VATOCHOLO: SKATE, AMOR, GUITARRA y CORRIDOS

“Tenía claro que si quería dedicarme a esto tenía que ser con algo que me identificase”, 

comenta Vatocholo (Andrés Pardo) al hablar de los inicios de su proyecto artístico.

La diferenciación y la identidad siempre han sido pilares en cualquier ámbito creativo, pero –quizás– la globalización los ha hecho totalmente necesarios. Vatocholo se presentó en 2021 con el single ‘la de la sanguijuela’, el primer corrido tumbado que vería la luz de los 11 temas que ha lanzado hasta hoy. 

Nacido en Dinamarca, y criado entre Guadalajara y Madrid –donde vive actualmente–, podría parecer que Andrés Pardo ha bebido de la música folklórica mexicana toda su vida, que siente un arraigo especial hacia los corridos y por ello son la base sonora de su trabajo. Nada más lejos de la realidad, el Vato cuenta lo siguiente: “la música regional nunca ha sido algo que me identifique del todo, ni me haya acompañado toda la vida. Sí que la he tenido cerca, pero lo que realmente me llamaba la atención era poder reconceptualizarla. Ahora estoy intentando llevarla a mi manera, con progresiones más clásicas, guitarras R&B, y dejando los corridos clásicos del campo, porque es una vida que yo no he vivido. 

“Soy un chaval como otro cualquiera que también ha rapeado en el parque con sus colegas, lo que pasa es que toco la guitarra y he decidido aprovecharlo”

Y es que las letras de Vatocholo no tratan sobre el día a día mexicano de los corridos tradicionales, no homenajean a héroes o relatan situaciones de la calle. O sí, pero de otra manera. Son letras en las que habla, precisamente, de lo que él –y cualquier chaval de 23 años– ha vivido: el amor –que podemos escuchar en ‘nuestro amor’– , el desamor –con canciones como ‘la del desolado’–, o el crecimiento personal o el día a día con sus amigos –un ejemplo es ‘la de la carrera’–: “Soy un chaval como otro cualquiera que también ha rapeado en el parque con sus colegas, lo que pasa es que toco la guitarra, afino un poco y he decidido aprovecharlo” comenta con cierta ironía. 

A pesar de que su estética beba directamente de la del cholo”los mexicanos que están en la calle fuera de su país”– y de que en su imagen y sonido existan relaciones implícitas con la cultura mexicana, el cantante intenta ir más allá: la estética del cholo me identifica, tampoco soy un maleante, pero patino y eso hace que estés mucho en la calle… Al final intento plasmarlo todo tal cual soy”, declara. Con mi música expreso sentimientos que igual no podría expresar de otra manera, soy muy reservado, me cuesta mucho el contacto visual, por ejemplo, y hay ralladas que solo consigo sacar así, añade. 

Andrés Pardo decidió empezar su carrera artística hace relativamente poco, aunque su relación con la música se remonte a su infancia: Empecé tocando en bandas, tocando la guitarra como solista, hacía covers chapurreadas… Poco a poco me fui interesando por el surgimiento de los corridos tumbados y por aquellos que reconceptualizaban la música regional. Siempre he escuchado a Nirvana, AC DC, Deftones, Slipknot, los Beatles… y he prestado atención a guitarristas como Richie Blackmore o Jimmy Page” explica. Pero Vatocholo también ha bebido del panorama mexicano, con grupos como Cartel de Santa –desde que era niño, en el mp3 de su hermano–, Molotov o incluso Maná. “Las influencias en mi caso vienen de todos lados, mi generación también ha crecido con el rap de 50 Cent y Eminem”, reflexiona. Y esa convergencia es, precisamente, lo que hace que su proyecto sea mucho más libre y diverso. 

Sin embargo, Vatocholo empezó a ser Vatocholo gracias al empuje del batería de su banda: “antes de nada, deciros que no nos escuchéis”, comenta entre risas, “pero sí, mi amigo me comentó un día que escuchara a Natanael Cano, que se acababa de sacar el tema de ‘El Diablo’ con Bad Bunny. Lo hice, y pensé «hostia, pero este chaval canta, toca la guitarra y ya está’, y fue cuando me di cuenta de que me molaría y de que podía hacer algo similar”, explica. “Así que me puse a componer, al principio no sabía ni de dónde salían mis letras, pero me permitían expresarme de manera ordenada musicalmente. Y creo que esa es la clave, cuando sientes algo que te llega al cuerpo y hay una transmisión de energía, es cuando también llega a los demás declara. 

“Cuando sientes algo que te llega al cuerpo y hay una transmisión de energía, es cuando también llega a los demás”

Y llegó a los demás rápidamente, ya que el vato puede fardar de que el primer bolo de su carrera, en Madrid, estuviera totalmente vendido. El primero que no se esperaba la acogida que tuvo, era él: “yo también me he infravalorado mucho. Era consciente de que el ser un poco urbano y tocar la guitarra de forma más clásica podía llamar la atención, pero nunca esperé que me fueran a acoger así. Al principio no lo entendía” reflexiona. “Además, canté fatal en mi primer directo, mis colegas me pusieron el tune a tope, desafiné muchísimo… pero bueno, lo que importa es la energía y al final salió bien”, añade entre risas. 

El proyecto de Vatocholo ha llegado al panorama de manera transversal, ya que en sus conciertos puedes encontrarte a gente joven, pero también a parejas de 40 años. “Yo quería transmitir principalmente que puedes ser un chaval de barrio, tocar tu guitarrita y que los demás lo disfruten”, constata. Esa es la idea principal que nutre a Andrés Pardo, un artista que parte de contrastes que pueden chocar de primeras, pero que –precisamente– son los que lo hacen singular. 

Lo más genuino del artista es que, al escucharle, uno no se espera encontrarse después en los videoclips ni el estilo, ni la estética, ni la actitud que realmente forman a Vatocholo al completo: la gente sigue sorprendiéndose de que cante lo que canto, porque son cosas súper melosas, y luego estoy por ahí dando asco, patinando, lleno de mierda y todo el día en la calle. La verdad que me encanta jugar con eso, y estoy orgulloso de haber superado mis miedos y de hacer la música que de verdad me gusta, comenta el cantante. 

Temas como ‘nos pensaremos a la vez’ o ‘la del rencoroso’, con Judeline captaron a los oyentes rápidamente. El artista lo tiene claro: para poder crecer hay que tener algo distinto. Cantar y tocar la guitarra al final es echarle morro, eso lo tenemos claro la mayoría de los artistas. Llegó un momento en el que cogí la valentía, sabía que quería dedicarme a la música, hacer algo diferente, siempre intentando hablar de lo que siento… pero hacerlo de una vez por todas” reflexiona. Sin embargo, embarcarse en un proyecto musical de cero no es algo fácil: “siempre me ha dado mucha cosa dedicarme a la música. Coger la guitarra parece una gilipollez, pero impone, y sabía que quería hacerlo con algo que me identificase”, constata Vatocholo. 

 “El hecho de exigirme me hace buscar entre mí mismo, que es lo que realmente quiero. Está bien guiarse por lo que le gusta a los demás, pero teniendo claro antes lo que te gusta a tí”

Después de un año lanzando singles que le permiten ir tonteando con distintas fórmulas y haber liberado hace unos días ‘nos queremos a pesar de esta canción’, Vatocholo se plantea lanzar un EP: “no sé ni de cuántos temas será. Me gustaría hacer algo que mezclase el surf rock, los corridos… pero es que luego me meto en el estudio y no tiene nada ni de surf ni de corrido, pero me gusta y ya está”, comenta. 

Desde el principio ha sido un artista independiente. Actualmente, graba, compone y canta él todo su proyecto. Y si tienen que existir terceros, que sean en forma de banda para poder “hacer música de manera más pura y llevarlo a lo analógico”, o de colaboraciones, como es el caso de ‘la del rencoroso’ junto a Judeline. “Lara me escribió para decirme que un tema mío estaba guapo. Siempre he estado muy alejado de la escena, pero su música me gustó mucho, así que fuimos para el estudio. Yo estaba cagadete, porque iba a trabajar con gente súper pro, y salió el tema en un día”, dice Vatocholo

Pero afirma que sigue prefiriendo grabar solo, porque el proceso es más íntimo y le permite autoexigirse al nivel que quiere: “soy muy perfeccionista, estoy mucho tiempo con cada detalle, soy muy pesado cuando grabo con gente” confiesa. “El hecho de exigirme me hace buscar en mí mismo lo que realmente quiero. Está bien guiarse por lo que le gusta a los demás, pero teniendo claro antes lo que te gusta a tí”, añade. 

Vatocholo no es el único que ha optado por la reconceptualización de lo regional o por beber del folklore. De hecho, es algo que ha tenido mucha presencia en los últimos años en España, y en una amalgama de géneros bastante diversa: “La gente está, sin duda, cogiendo su cultura y reconceptualizándola. Se ha visto con artistas mainstream como Rosalía o C. Tangana, y es gente que se ha basado mucho en el pasado. Antes no podrías haberte imaginado a un rapero de barrio cantando con Andrés Calamaro. Me parece algo súper positivo. Tanto que los oldies vean que los chavales quieren hacerlo distinto y que los chavales se fijen en los oldies, porque es gracias a quiénes hacemos lo que hacemos”.

A pesar de que hasta ahora Vatocholo estaba totalmente al margen del panorama, ya no puede seguir así, y lo sabe. Ni él ni el resto saben ubicar su sonido, pero, ¿es realmente necesario? El vato mezcla lo acústico pero manteniendo la esencia urbana: “para mí soy una mezcla de esas dos cosas… pero, ¿se pueden mezclar? No lo sé, creo que tampoco quiero caracterizarme a mí mismo”, comenta el artista. 

Hoy por hoy, la escena es cada vez más plural y clasificar continuamente todo ya está pasado: hay muchas propuestas nuevas y está renovándose el panorama, que para mí es lo necesario. Aquí incluso el propio fan español echa mucha mierda dentro de lo nacional, pero ver que están saliendo cosas es genial, porque está cambiando la escena y no hay mucho que decir negativo respecto a ello”, reflexiona. “Hay mucha gente encargándose de volver a poner el panorama en el mapa. Creo que lo estamos haciendo muy bien”. 

El objetivo final de Vatocholo es, básicamente, que su trabajo pueda “darle una buena jubilación”, y para ello hace falta echarle muchas horas: “más vale tener algo entre manos guapo. Quiero seguir reconceptualizando la música que hago y que cada vez suene más a mí. Creo que es la finalidad que tenemos que buscar los artistas: desarrollar lo que nos gusta para que suene a nosotros y que así les guste también a otros, claro”, declara el cantante. 

Y es una manera pura de verlo. La música como la búsqueda final del sonido propio. Un sonido propio tan divergente como todo de lo que nos compone como personas. En el caso de Vatocholo, yo lo resumiría rápidamente en skate, amor, guitarra y corridos.

Texto: Elena Lopez