“Es bastante importante educar en la inteligencia emocional y sobre todo crecer con nuevos valores. Y replantearnos actitudes y “realidades” en la actualidad que están equivocadas, pero se creen correctas solo por la longevidad que tienen. No está mal llorar de vez en cuando”, comenta Albany. Asociar la tristeza a una emoción negativa que debe ser evitada a toda costa es ir en contra de la naturaleza humana, y de la propia vida. Desde pequeños nos inculcan erróneamente que nuestro cometido en este mundo es ser felices. Nos bombardean desde tantos frentes con el absurdo mantra de la felicidad y la positividad, que parece que todo lo que no sea estar todo el día con una sonrisa cosida en la cara es casi como cometer un crimen. Y lo peor de todo: cuando alguien experimenta tristeza, la tónica general es la de culpabilizar a las propias personas, ya sea porque les hacen creer que son vulnerables o porque su fuerza de voluntad para volver a estar ‘bien’ es nula. En resumen, gilipolleces que son alimentadas por Mr.Wonderful o nuestros queridos coaching motivacionales.

Fotografía: @ana__marti

Para vivir en plenitud no hay que ser feliz sino aceptar todos los sentimientos que están presentes en la vida. Y en el acto de vivir está implícita la más pura alegría, el entusiasmo o la satisfacción, claro que sí, pero también aparece la tristeza, la pena o el desconsuelo. Y no se debe huir de ellos: primero porque postergar estos sentimientos es un suicidio emocional a largo plazo y segundo porque estas emociones no son ni buenas, ni malas, solo son eso, emociones comunes a todos los mortales. Lo malo sucede cuando estos sentimientos no se gestionan de forma sana. Y huyendo de ellas, esas emociones no se van a gestionar por sí solas.

Dicho todo esto, por fortuna existen personas como Albany que ayudan a lidiar con la tristeza a través de sus letras mostrando que llorar a mares es igual de natural y necesario que reírse hasta llorar. Y que por ello ni se es más débil ni menos chulo/a.

 

LA TRISTEZA Y SUS COLORES

Nacida en Gerona y criada en Guadix (Granada) con su madre y sus hermanos, Albany es ya una de las voces más características en la escena, entre otras cosas, por cantarle a la pena y a la melancolía con un nivel de profundidad que muy pocos alcanzan. Actualmente, admite la montaña rusa emocional que le está suponiendo todas las consecuencias derivadas del coronavirus: Estoy bien, a ratos. En una época un poco de altibajos debido a la situación por la que estamos pasando, pero intento mantenerme positiva y paciente. Sé que todo llegará y que no falta mucho”. Además, recomienda escuchar al rapero neoyorquino J.I, el cual “le ayuda a motivarse y seguir con la vida”. En su tiempo libre, cuando no está haciendo música, opta por hacer actividades de lo más normales: Pasear, hacer fotos, comer, tener sexo, ver pelis, escuchar música, lo que a todos vaya, y pensar en futuros proyectos. Me doy muy poquita paz a mí misma, soy bastante exigente”.

Comenzó escribiendo letras que luego tiraba a la basura por no tener medios para grabar aunque más tarde, con un micro prestado de su hermano, pudo empezar a hacerlo. Lleva subiendo temas a Youtube desde 2015 y lanzó el año pasado su primer álbum de larga duración titulado Alcohol & Sullivans’, donde exploraba el concepto de crecer y madurar. Además, se declara pionera en desarrollar el sadtrap femenino en España y ha confesado en más de una ocasión haber llorado mientras escribía.

Prueba de esas letras afiladas de pena está por ejemplo en ‘Joselito’ donde canta: “Yo decía que no iba a fumar de pequeño, yo decía que la vida pa’ mí era un sueño. Yo pensaba que el dinero no traía problemas, yo pensaba que decías que ibas a estar a mi vera”. También se desangra en ‘I toldmymom I willneva stop shining’, donde solo con oír la interpretación que hace de la letra casi que el dolor se traspasa: “Baby, lo nuestro fue punto y aparte, yo he intentao’ llevarlo, ahora es un desastre, me duele al quemarlo, estoy viviendo en pause y quiero volver, para no ver a nadie”. Como en esta canción, las producciones oníricas, suaves con una atmósfera envolvente han sido una de sus señas de identidad desde sus trabajos iniciales.

“Para mí la tristeza es la fuente de inspiración más grande y sentida que existe, es algo que me nace muy de dentro y no sé cómo explicarlo”

Para Albany, la tristeza constituye una de sus máximas fuentes creativas. Una característica ya presente desde el nombre de sus dos primeros EP. El primero se titula ‘Sad Volumes I’ (2017), mientras que el segundo lleva por nombre ‘Who needspeople’ (2018), donde en cuya portada aparece la artista con un tiro en la sien y recién suicidada: “Para mí la tristeza es la fuente de inspiración más grande y sentida que existe, es algo que me nace muy de dentro y no sé cómo explicarlo. Tampoco tiene mucha explicación. Solo cuando te pones la canción y lo sientes y tu “yo” más interior lo siente. Es más el hecho que cualquier palabra”. También tiene colores la tristeza, y estos a veces son igual de luminosos y necesarios que los de otras emociones.

 

LEALTAD, CORAZÓN Y SENCILLEZ

Su primer contacto y flechazo con el rap sucedió cuando, mientras fregaba el suelo y escuchaba a La Húngara, vio en MTV a Toteking. La influencia del rap más directo está latente, por ejemplo, en una de las canciones más especiales que ha hecho hasta la fecha. ‘Loyalty’, lanzada el pasado mes de septiembre, es un tema en el que Albany reivindica el valor más significativo para ella: “La lealtad es el valor más importante que puede tener una persona. Esta canción ha sido el trabajo más real y puro que he hecho hasta ahora, simplemente por el hecho de que es un proyecto de 0€, grabado por mi hermano mayor, en mi pueblo y en mi barrio. Con mis otros dos hermanos pequeños y un rapeo a cámara simple. Pero transmite mucho porque cuento cosas reales que por desgracia le habrán pasado a más gente”.

No es nueva su faceta para lanzar barras sobre instrumentales más agresivas, en ‘Trash video raper’ ya hizo uso de su descaro y vacile soltando frases a matar como las siguientes: “Tú te crees el número uno, pero antes está el cero […] esto no es pa’ que bailes es pa’ que te pegues un tiro, estás hablando calle y no eres un puto mendigo”. Dicho sea de paso, al final del tema se lee «este tema lo ha producido un tío que hace mapas, la que canta no es rapera xdd, y el vídeo lo ha hecho uno que no es filmaker». Pureza.

Una de las luces propias de Albany es, sin duda, la galería de valores que posee. En un panorama musical donde la mayoría de las ambiciones van encaminadas al dinero, la fama y en general a la ostentación, el discurso de la cantante supone una visión más familiar y humilde de la vida. Huye de aquellos tópicos habituales e incluso los critica sin que le tiemble el pulso. Así, en los segundos finales de ‘Nadie’ se dirige al resto de artistas sentenciando: “Mamá te quiero. Solo queréis dinero, no sabéis lo que es sufrir de verdad. El dinero no se hace de esa manera, cantando así. Que os follen”. Más claro, agua. La intensísima carga emocional que contiene hace de ella una de las canciones más sentidas y punzantes que se han escrito desde que en España los nuevos movimientos sonoros en el último lustro empezasen a despuntar. Tanto es así, que ‘Nadie’ dio el salto a la gran pantalla apareciendo como parte de la banda sonora en ‘La hija de un ladrón’, una película dirigida por Belén Funes que este año ganó el Goya a la mejor dirección novel.

“La lealtad es el valor más importante que puede tener una persona”

Otro rasgo que se respira durante toda su obra y también en su persona tiene que ver con la sencillez. En la descripción de una foto de un amanecer en la playa subida a su Instagram, Albany reflexionaba sobre la toxicidad del negocio musical, el interés, la hipocresía y, en definitiva, toda la mierda que puede traer aparejada ser una persona conocida. El texto comienza y termina así: “No quiero nada más allá de lo básico, no quiero un backstage lleno de gente que no conozco, de gente que después critica lo que haces y lo que dejas de hacer […] Quiero rodearme de gente buena, de gente que te pregunte cómo estás y no te habla solo para pedirte cosas o contarte sus problemas. Quiero poder darles trabajo a los demás algún día. Ser madre y enseñar los valores que a mí me faltaron”. Invito a todo el mundo que acuda al texto y lo lea al completo porque merece mucho la pena. Sobre todo este circo venenoso, la artista lo tiene claro: Esto pasa en todos lados. Y también tiene que ver mucho personalmente con cada uno. Yo por ejemplo me considero una persona tranquila y sencilla. Prefiero no pensar en la toxicidad del faranduleo mucho porque soy sensible y me afecta. Quiera o no estoy en ese mundo, pero siempre me mantengo al margen y vivo a mi manera”.

Fotografía: @dunsain

Pero si hablamos de toxicidad, vayamos a su reino: las redes sociales. “Actualmente estoy bastante harta de las redes sociales. No me las desactivo por trabajo, porque me llegan ofertas y demás. Pero estar constantemente expuesto y ser un personaje público no es muy sano para la mente. Intento no mirar mucho el móvil”.

Por otra parte, no son pocas las veces que Albany ha hecho alusión a sus orígenes pobres y a veces complicados. En ‘Loyalty’, por ejemplo: “Con cinco euros pa’ seis he cenao’ sin rechistar”. Esto enlaza con otro de los asuntos estrella tanto en la música como en generala nivel social y tiene que ver con la romantización que hace la gente pudiente acerca de la pobreza y de la calle. Hay ciertos sectores que desean aparentar ser pobre y haber pasado por dificultades. Y si no tienen una vida problemática, pues se la inventan. Albany cree que “a la inversa también sucede, hay gente que no tiene nada y tiene una imagen de cara al público de que tiene muchas cosas. Sinceramente creo que es un reflejo de cualquier tipo de carencia que tienen estas personas en su vida, pueden ser distintos según sus vidas así que eso ya no puedo adivinarlo. En el ámbito musical supongo que se habrá puesto de moda, pero tampoco las entiendo”.

 

PROCESO CREATIVO, NUEVA MIXTAPE Y AMOR PROPIO

En unas declaraciones a El Bloque hace un par de años, Albany admitía haber desaprovechado varias oportunidades a causa de su vergüenza y por no tomarse tan en serio la música en aquel entonces. Y es que había artistas que valoraban tanto lo que hacía que incluso se ofrecieron a echarle un cable para que grabara en sus estudios, como el propio Dellafuente. Ahora aprovecho todo lo que viene. En esa época tenía muchas dificultades y problemas personales, además era super joven y estaba muy perdida. Pero he crecido un montón e intento cada día aprovechar las oportunidades que me vengan”.

“Siempre ando explorando y creo que nunca dejaré de hacerlo porque me da la vida. Descubrir en sí, como viajar. Sé que uno de mis sonidos favoritos es la música sad e intensa, esa que te llega siempre”

Cada vez más profesionalizada, afirma no tener ningún tipo de reparo a la hora de elegir los productores con los que trabajar y admite que el proceso creativo es una de sus etapas preferidas en la composición de una canción. “De normal siempre lo he hecho lo más simple posible y sin medios tipo: un productor me envía un beat, me escribo la canción, la grabo y la saco. Esperar a oír la melodía o no para escribir la letra depende del feeling que te transmita la canción. Cada vez me pongo más en serio en esto, intento avanzar en todos los ámbitos, y el de creación es uno de mis favoritos. Así que estoy probando a ir al estudio con gente que toca instrumentos, que aporta cosas y que se hace desde cero todo, creo que es lo mejor. Sobre productores no tengo ninguno en especial, excepto Sehe. Soy muy libre y creo que el artista debe de probar con miles productores diferentes”.

Una flexibilidad creativa que está patente desde que encendiera la mecha de su carrera artística y que ha continuado extendiéndose a lo largo de estos últimos meses, donde ha formado pareja con Kaydy Cain en ‘No importa’ o con La Zowi en ‘Sugar Mami’. La artista no se pone límites cuando se trata de indagar. “Siempre ando explorando y creo que nunca dejaré de hacerlo porque me da la vida. Descubrir en sí, como viajar. Sé que uno de mis sonidos favoritos es la música sad e intensa, esa que te llega siempre. Es probable que este rumbo de experimentación y nuevas propuestas esté reflejado en su nueva mixtape, anunciada en un principio para su lanzamiento a mediados de este año pero que se ha visto irremediablemente pospuesta por los acontecimientos que ya todos conocemos. Quizás salga a finales de año, aún no puedo adelantar nada. Ahora estoy trabajando sobre la marcha, así que puede que caiga algún que otro single antes de la mixtape, con esta situación es un poco caos todo”.

Si hay algo que constantemente alimenta a las penas ya la obra de Albany son las secuelas amargas del amor. “No quiero dinero, quiero un corazón no roto”, canta en ‘Cosa rara’. “La lección más valiosa que he aprendido sobre el amor y las relaciones es el amor propio”, comenta. La música también actúa como alcohol para cicatrizar algunas heridas. Heridas que, a veces, nos recuerdan todo aquello que no debemos consentir y que sirven para aprender y darse cuenta del verdadero valor que uno mismo atesora.

Dominar la técnica es importante, pero conseguir transmitir en una canción lo es el triple. Y de eso sabe un rato. Pena, coraje y sensibilidad: las letras de Albany son como pequeños cuchillos que salen de su boca y pellizcan nuestro ser más profundo. En definitiva, una de esas artistas que dignifica la tristeza vaciándose en cada composición y demostrando que al igual que se llora también se puede enseñar los dientes.