Aún no nos habíamos recuperado de la pérdida de ASAP Yams cuando nos enteramos de que otro gran artista nos había dejado. Tyrone González, más conocido como Canserbero, fallecía en la localidad de Maracay. Diversos medios confirman que el artista se suicidó tras acabar con la vida de su amigo Carlos Molnar, bajista de la banda de reggae Zion TPL. El artista venezolano sufría esquizofrenia y estaba atravesando una profunda depresión, lo que explicaría, que no justifica, las acciones que se le atribuyen.

Nadie podría imaginar que Canserbero estaba pasando por un momento así. Aunque estábamos acostumbrados a sus letras cargadas de dolor, el pasado 24 de diciembre el venezolano creaba «Te quiero» junto a Liana Malva, un tema repleto de optimismo. Por eso, una noticia como esta ha sido una desagradable sorpresa para todos.

La Mala Rodríguez dedicó anoche en la red social Twitter unas palabras de cariño para su amigo, en las que aseguraba que «es un ángel”. Además, la artista sevillana pedía respeto y recordaba a los que están juzgando al rapero lo dura que es la esquizofrenia.

Quizá una mente sana nunca hubiese sido capaz de hacer trabajos tan originales como «Mundo de piedra», donde el artista nos regalaba una historia desde tres puntos de vista diferentes. Quizá solo el podría haber creado «Jeremías 17:5», un trabajo aparentemente lleno de odio pero que esconde el dolor más sincero que siente un hombre que ha sido traicionado.

Antes de su muerte, Canserbero ya era una leyenda viva del rap, pocos artistas han sido capaces de transmitir tanto sentimiento en sus letras. Para muchos sus canciones estaban repletas de odio, pero lo único que él necesitaba era amor. Utilizaba la música para calmar todo el dolor que llevaba dentro y ser capaz, así, de vivir bajo la doctrina que llevaba grabada en su piel.

Canserbero era el descanso que todos necesitamos cuando nos cansamos de entender al mundo. Eran sus letras las que nos abrían los ojos; era su voz y su manera de fluir lo que nos decía que el mensaje era cierto.  Gracias por enseñarnos que no hay nada como la música para curar las heridas. Gracias por seguir creyendo en el amor cuando solo conocías el odio.

La única pega que se le puede poner es no ser inmortal, pero ya lo decía él: «No se muere quien se va, solo se muere quien se olvida». Y jamás serás olvidado, porque aunque murió el mensajero, el mensaje ya se hizo eterno. Hasta siempre.