El pasado 22 de febrero tuvo lugar en la sala Silikona del barrio de Moratalaz un concierto que reunió a artistas como Itotiz & Caste, Javierpetaka y El Niño Snake. Para los primeros suponía una oportunidad de demostrar su talento en la capital, Javierpetaka presentaba «Attitude», su último trabajo junto a Pablo Pila, y digamos que para El Niño Snake suponía un concierto de transición entre su último disco, Snake, y DL-50, el nuevo proyecto en el que está trabajando y que verá la luz próximamente.

Itoitz & Caste fueron los teloneros, con una sala casi vacía se encargaron de que entrara en calor el poco público que había. Sus caras al subir lo decían todo, se encontraban un poco desilusionados por el aforo, pero en todo momento mostraron actitud y le echaron ganas. Como ellos mismos dijeron: “Esto es una gran oportunidad para nosotros y estamos aquí”. Aunque más de uno no hayamos pasado por esas situaciones, podemos entender que no es fácil, por lo que lo que hicieron tiene más mérito. Pudimos oír algunos temas de  «Golden Roots», su última referencia, como «Mismo Suelo» o «Lesson». Javierpetaka se retrasó, por lo que Itoitz & Caste pudieron tirarse otro tema más de los que estaban previstos. Al acabar, Itoitz se adueñó del micro con seguridad por unos segundos más y nos ofreció, a modo de despedida, una a capella. Sin duda hay que seguirlos muy de cerca, con más tiempo y público igual se hubieran soltado más y habríamos disfrutado mucho más de ellos.

El ritmo que marcó Javierpetaka una vez en el escenario fue frenético. “Vamos mal de tiempo así que vamos a ir rápidos”, decía antes de comenzar. Pablo Pila le cubría las espaldas y los temas de su último trabajo, «Attitude», se sucedían velozmente, sin tiempo para presentar el siguiente entre uno y otro. Pese a esto, ofreció un buen concierto e hizo las delicias del público, que aunque siguiera siendo escaso, estaba más participativo.

Si echábamos la vista hacia la parte derecha del público veíamos a Nasta disfrutando y cantando todas las canciones de su compañero. En un momento dado, y apostaría a que no estaba preparado, se subió al escenario, cogió un micro y empezó a hacer los coros, como una bestia a la que acaban de liberar.

Las colaboraciones tuvieron un peso importante en el show que ofreció Petaka, con Nasta se cantó «Pájaros», y Lawer y Fasther le acompañaron en «Tránsito». Toscano también se encontraba entre los asistentes y Petaka no dudó en avisarle para que subiera al escenario a poner su voz en «Salam». Esto dejó una anécdota divertida, ya que al poco de empezar su verso, a Toscano se le olvidó la letra y se bajó del escenario, ante las risas de Nasta y Javierpetaka. Acto seguido, este último explicó la situación diciendo que la intervención de Toscano no estaba preparada, que había sido improvisada. Aparte de estas, el artista madrileño interpretó en solitario «Hasta que rompa», «La sonrisa del diablo» y «Todo lo que quise», entre otros.

Debido a un nuevo retraso, esta vez ocasionado por un problema con las mesas de DJ, el tiempo entre Javierpetaka y El Niño Snake se hizo eterno. Y más si observábamos a este último. Se encontraba a escasos centímetros del escenario, concentrado y activo, sus manos no paraban de abrirse y cerrarse y su cuello y cuerpo de moverse, estaba ansioso de subirse y empezar con el concierto. Una vez encima del escenario fue continuo movimiento y rabia, y es algo que contagió al público, que ya iba dando mucho más calor a la sala, esa electricidad que caracteriza a El Niño Snake fue pasando por cada uno de los que estábamos dentro de la Silikona.  “Quiero que sepáis una cosa, yo aquí he venido a hacer muchas cosas hoy, pero solo hay una que no he venido a hacer, ¿sabéis cuál es? Esa es hacer el capullo», comentaba cuando apenas llevaba un par de canciones. Una declaración de intenciones en toda regla. Así fue, da igual todo lo que hubiera alrededor, cumplió encima del escenario, y con nota. “Mi mama”, “Al final”, “Fuerte”, “Mi mundo” junto a Foyone, y un adelanto a capella de DL-50 fueron algunos de los temas que se escucharon.

Cuando quedaba poco tiempo y no se podía seguir el tracklist que El Niño Snake había preparado, decidió preguntar al público que canción quería que cantase en ese momento, aún así, una vez interpretada la última, la gente le pedía que continuara con alguna otra, pero no pudo ser, el atraso acumulado había hecho que los tiempos de los shows fueran más cortos.

Para concluir, buen show el que ofrecieron individualmente los artistas, pero sin dinamismo en el conjunto. Al finalizar el concierto, la sensación que tuve es de no haber entrado en calor todavía, era como si con cada nuevo artista se empezase desde cero. Quizás faltó un poco de conexión entre uno y otro para que el concierto fuera más completo.