Con el cartel de sold out colgado hacía varias semanas, el dúo calavera estaba preparado para, una vez más, reventar Copérnico. Además de disfrutar una vez más de Natos y Waor, muchos teníamos la oportunidad de ver por primera vez en directo a Ocer y Rade, con el aliciente de presenciar su aparición en lo que era su primera gran cita.

La gente coreó desde la primera hasta la última canción del grupo de Torrejón,  y en todo momento se sintieron arropados por amigos que, tanto dentro como fuera del escenario, les mostraron todo su apoyo. Han sido una de las grandes revelaciones de los últimos años, sino la más grande. Por lo que el camino apenas lo acaban de empezar a andar. Aún les queda un viaje muy largo, y seguro que durante el mismo tendrán muchas oportunidades para ir cogiendo seguridad, tablas, e ir mejorando poco a poco el directo, que en algunas ocasiones resultó algo caótico y descontrolado. Como aspecto más que positivo destacar la energía que desprendían, era un placer verles encima del escenario y sentir esa felicidad y nervios repartidos a partes iguales. En ocasiones, se daban toques entre ellos y se motivaban con miradas mientras interpretaban un tema, esto no era otra cosa que señales para convencerse de que no era un sueño, que estaban ante más de 700 personas y que todo eso era real. Pudimos oír los ya famosos «Chao», «Distinto» y «Tú», además de algunos temas de su primera y única referencia, «Aliviándome», como «Actuamos de noche» y «Guantes y bufanda».

Una vez finalizada la actuación de Ocer y Rade, llegó el turno para los protagonistas de la noche, Natos y Waor. Se trataba del último concierto en Madrid de 2014 de uno de los grupos más codiciados y rentables de la capital. Para esta despedida decidieron rodearse de muchos de los artistas con los que han colaborado, bien en en último disco, o bien en anteriores referencias o inéditos. Cheb Rubën abrió la lata con su «Fuck Fame», seguidamente Cool se subió al escenario y acompañó al dúo madrileño reviviendo aquella época en la que los tres lanzaron «Hijos de la ruina»,  y pudimos disfrutar de la la canción que comparte nombre con el disco, además de «Hija de puta», todo un clásico. Cool fue el artista que más tiempo estuvo en el escenario acompañando a Natos y Waor, ya que colabora además en «Cuentas pendientes», y en más de una ocasión, por lo que sonaron «Contar hasta diez» y «Recuperando el tiempo perdido». Asimismo, ya con Magno, Lawer y Are encima de la tarima, «A cuatro patas» fue interpretada por todos, al igual que «Trigo limpio», esta vez con Juancho Marqués y Sule B. Ya tan solo con Waor en el escenario, Juancho repitió con «De todo menos miedo» y tras ésta, Waor dejó paso a Natos y con la mitad de Suite Soprano aún encima del escenario, «Gadafi Soprano» fue el tema interpretado. Ceerre y Lone hicieron lo propio con «Morir joven», y 935 con «Comité de Olvidados».

Tras un breve parón donde pudimos deleitarnos con un set a los platos de Dj Saik, Natos y Waor volvieron con mucha más fuerza para hacer frente a la recta final del concierto. En esta parte pudimos oír temas como «Medias tintas», «Rock your body», extraído del último trabajo de Lawer, «Estricto» y «Disturbios», de «Golpe de Estado», última referencia de Are. Además, tras esta última canción echaron la vista atrás, y  en forma de a capella decidieron recordar «Por la jeta», de «Naufragio» concretamente. Sin duda, uno de los momentos en los que más feedback hubo con el público asistente.

Sin menospreciar a Waor, me veo obligado a mencionar la violencia, la actitud y el carisma que Natos desprende en el escenario, propio de una estrella consagrada del rock. Posee uno de los directos más «directos» que he podido disfrutar en mucho tiempo. Lo hace parecer fácil y totalmente natural, y esa es una de sus grandes virtudes.

Fer y Gonzalo se despidieron de la capital en 2014, pero ésta cuenta las horas para volver a tenerles de nuevo.