La bravura y fortaleza de AL SAFIR

Nunca antes había dado una entrevista presencial. Hasta ahora.

«‘Diego, hermano, tienes dos opciones: tener el estigma de presidiario toda la vida y aspirar a ser cajero o dependiente, o hacer un vídeo guapo, jugártela y ser el rapero de moda‘. Esto fue lo que me dijo un colega de Londres. Yo llevo rapeando toda la vida, pero llegó la cuarentena, me quedé sin trabajo, no entraba chocolate y no podíamos vender nada, así que estaba con mierda en las tripas. Me quedé pensando en lo que me dijo mi amigo y ese fue el punto en el que dije: ‘pues voy a ello, cabrón’”.

Y así fue como Diego Izquierdo (1995), originario de la Sierra de Madrid, le puso las alas a Al Safir y empezó a carburar de forma seria una carrera que ya había iniciado muchos años atrás, con decenas de temas grabados y subidos a Youtube de forma amateur, en una época en la que internet todavía no pagaba un duro y donde o se hacía música por amor, o se hacía música por amor.

El vídeo en cuestión y con el que precisamente explotó fue ‘Blow Up’, tema que da nombre a su álbum debut que, junto a ‘Madrid V’, conforman los dos LP que tiene publicados hasta el momento. Presupuestado en 1.400€ y reunidos a duras penas, el clip fue realizado por N3 Films. Entre celdas, humo y escenas cotidianas carcelarias, Al Safir se desfoga con la vida bajo un burbujeante ritmo de Assim: “Antes de este vídeo yo no había sacado ninguno, pero tienes que gastarte el dinero y no puedes sacar la cara así como así en un vídeo de mierda rapeando a cámara. Saqué 1400€, que no tenía, y lo hice con los chavales de N3 Films. Fue arriesgar y hacerlo bien, si lo hacemos lo hacemos serio, porque nosotros somos gente seria, no somos simples raperos que están ahí dando la nota y diciendo rimas que quedan bien. Yo cuento cosas, yo he mamado esto y lo que haga lo voy a hacer bien”.

Fue el punto de inflexión de un artista que a raíz de ahí no ha parado de escalar, consolidándose como uno de los nombres propios nacionales pero, sobre todo, como un exponente estrella de esa corriente tan reconocible y que tanto le ha calado que es el rap de Madrid, siendo sus principales influencias Natos e Hijos Bastardos: “Ahora voy a sacar un tema con Hijos Bastardos y con Natos y Waor, para mí el rap ya me lo he pasado, todo lo demás ya es crecer, seguir haciendo las cosas bien y lo que me mola, pero ya he grabado con mis ídolos -con Nasta ya tiene varios temas publicados-, está todo hecho. Me he criado con la estirpe bastarda y ver ahora que gente como yo o Midas Alonso lo estamos tirando para arriba me alegra cuando hay tanto nerd del rap que dice cómo hay que hacer rap…¿me vas a decir tú cómo tengo que escribir?, es que me suda la polla. Todos tenemos claros cuales son las dos líneas: la bastarda y la otra, y yo lo he visto en primera fila, cuál es la que respetan y gritan en los conciertos y de cuál se ríen. Soy bastardo hasta la muerte. Primero fueron ellos, luego vino Natos con el martillo y después yo”.

A pesar de que no es muy dado a conceder entrevistas -esta es la primera presencial- cabe destacar que las palabras de Al Safir salen de su boca con una gran soltura, como balas en campos de tiro, siendo claro y contundente en todas y cada una de sus respuestas. Es un reflejo de su estilo rapeando, que es explícito, venenoso y chulesco con las sílabas que pronuncia. Su forma de fluir no se hace pesada, es hiperactiva sin caer en métricas recargadas y absurdas. Con esa voz semigrave acompañada por su actitud brava, cada palabra es revestida con carisma. “Esas bocas me pintaron como que yo era un cabrón, fui a hablarlo con ellos y ahora me pintan peor”, rapea en ‘Blow Up’. Guiado por una autoconfianza masiva, Al Safir sabe hacerlo y él también es consciente de ello. De una manera o de otra siempre he sabido que iba a ganar y hacer algo importante. Siempre lo he tenido clarísimo. Sabía que si me ponía a rapear en serio algo iba a hacer, porque veía cómo rapeaban los chavales y pocos son mejores que yo. Si tuviera que decirle algo al Diego del pasado le diría que no cambiara, que haga lo que piense y todo lo que le dé la gana”.

RESPONSABILIDAD CON EL PÚBLICO,

SUS ORÍGENES DEPORTIVOS,

LA TRANSCIÓN DE SHARS A AL SAFIR

Y UNA BONITA DEFINICIÓN DEL ÉXITO

Preguntado por cómo lleva el hecho ser una figura relativamente conocida y estar expuesto al foco público, el artista despacha la pregunta con una respuesta sencilla pero bastante ilustrativa: “peor es levantarse a las cinco de la mañana para ir a currar, hay que llevarla bien porque aunque no te mole es una bendición.

La exposición conlleva, de manera intrínseca, una ventana donde el público más joven puede imitar o tomar del artista su forma de pensar o algunos de sus comportamientos. Influirles, vaya. Pero la responsabilidad con tu público es una opción, no una obligación. La música puede usarse para mandar un mensaje positivo, pero no es un deber hacerlo. En esta misma línea, la de no pretender ser un ejemplo para la gente, se sitúa Al Safir: “para nada pienso que tenga esa responsabilidad, mi música es mía y no la hago ni para influir a nadie ni para ser ejemplo de nada , sé que no soy mala persona y que no voy a dar un mal ejemplo, pero no lo hago para ejemplificar nada. Lo mío es solo mío.

En ‘Valkirias’, una de sus canciones más potentes y aclamadas, rapea “rubio y diez con clase, llámame Denis Bergkamp”, aludiendo al legendario ex futbolista holandés del Arsenal. Y es que el deporte en general y el fútbol en particular son parte indispensable de su vida y de su pasado, llegando a compartir vestuario en la cantera de Las Rozas con el ahora jugador del Atlético de Madrid, Marcos Llorente. “También coincidí con Munir, si me lo hubiera tomado en serio habría llegado más lejos. Me encanta el boxeo y el fútbol, aunque prefiero jugarlo que verlo. El deporte es parte de mí y eso lo extrapolo también a la música. Si no lo practico me encuentro mal, reconoce.

Cuenta con más de 700.000 oyentes en Spotify y tiene canciones que superan sobradamente los 20 millones de reproducciones. Entre preparaciones de café, es preguntado qué es el éxito para él. Su respuesta, seca, se aleja de cualquier cifra y conduce hacia lo más elemental: “El éxito es morirme después que mi viejo y no darle preocupaciones”.

Alrededor de 2013-2014, cuando subía sus primeros coletazos a Youtube, el nombre artístico de Al Safir era intercalado por el de Shars / el niño Shars. Como decía unas líneas más arriba, era una época donde sacarle provecho económico a la música en Youtube o plataformas era impensable, una quimera. Para los pequeños artistas que empezaban en esto, medios digitales como Youtube actuaban como lugar para albergar canciones, pero poco más. Desde luego, quien subía allí sus canciones, lo último que pensaba era en ganar dinero, básicamente porque no lo había. Dicho esto, el cambio definitivo de Shars a Al Safir se dio varios años después, en tiempos donde la industria estaba más desarrollada y se empezaba a ver un poco de dinero. “Lo único que ha cambiado con mi antigua época es que he visto que se puede sacar rentabilidad de la música y que he aprendido a no dar pasos en falso, como podía haber dado antes. Me centré en hacer las cosas bien y con cuidado para poder vivir de esto, y mira, lo he conseguido. Estoy muy orgulloso de mí, ya no estoy en el talego, como para no estarlo”, admite. En un especie de homenaje a sus raíces, algunas de sus canciones recientes llevan por título ese antiguo nombre acompañado del año en el que las publicó, ‘Shars 2019’ y ‘Shars / 2020’, y en ellas se encuentran denominadores comunes: sobre un loop con tintes melancólicos, Al Safir se vacía, mira en retrospectiva y recuerda pasajes de su vida. Rapea en ‘Shars 2019’: “los niños con cojones ya se han hecho mayores, ahora tienen cabeza, respeto y valores, aprecian el color y el olor de las flores, no miran a los ojos miran a los corazones”.

Cuando sacamos a la palestra el tema de los valores, el artista sigue en su línea de sinceridad tajantemente aplastante, cumpliendo eso de o estás conmigo o estás contra mí: “Tampoco soy quién para decirle a la gente qué valores deben tener, sé cuáles son los míos, los tengo muy claros y los voy a defender hasta la muerte. Si estás conmigo bien y si no que te den por culo”.

VISIÓN DE LA ESCENA,

MÚSICA COMO ÚNICA SALIDA,

MADRID

Y EL CAMINO HACIA LA PROFESIONALIZACIÓN

“Ahora veo raperos frikis con caras de virgen, yo hago honor a mi estirpe, no frases de propaganda”, se quedó agusto cuando rapeó esto en ‘Quartier’, uno de sus últimos cortes, junto a Vela Infamous y Zamorano Beatz. Al Safir, haciendo gala otra vez de su venenosa sinceridad, ofrece su particular visión del rap patrio actual, incidiendo en la experiencia de vida como un factor clave para la construcción de un buen rapero: “Hay chavales que son muy buenos y tienen menos reconocimiento que los frikis que hay ahora que tienen menos experiencia en la vida. Vela Infamous por ejemplo, ves la gente con la que colabora y flipas, pero ya le llegará su momento, no me cabe ninguna duda”.

Aterrizamos ahora en la canción ‘Johnnie Walker’, donde dice: “porque lo único bonito de mi vida son los samples”. A raíz de ahí y preguntado por los demonios con los que ha tenido que lidiar para que diga que lo único rescatable en su existencia sean los samples, el artista madrileño tira, otra vez, de una contundencia reseñable: La música ha sido lo único que me ha dado vida y lo único que me ha dado una salida para poder vivir. Es lo único bonito que he visto. La gente falla, la música no. Tampoco creo que la música me haya salvado, para salvarme ya estoy yo solo”. Más claro, el agua de la Sierra.

Cómo no, Madrid, aparte de dar nombre su segundo álbum, es la base de operaciones desde donde se desplaza Al Safir: “Yo me he movido en mil ciudades y en mil barrios pero al fin y al cabo para mí Madrid es lo natural, donde me he criado, pero tampoco representa nada porque a mi Madrid no me ha dado nada. Estoy orgulloso de ser de Madrid y lo chuleo en mis temas, pero como el que lo chuleará el que es de Murcia o de Valladolid”. Es el rap-escuela de la capital española lo que le inyectó como heroína esa influencia de la que más tarde se valió para asentar su estilo y discurso artístico, con Natos e Hijos Bastardos como principales maestros. Todo el mundo sabe que los tentáculos industriales y mediáticos de Madrid relativos a la música son -por desgracia- infinitamente más grandes que los del resto de la periferia provincial española. Todo el mundo lo sabe, pero no es un tema que la mayoría de artistas -de Madrid- reconozcan, por ello, es destacable que el artista sea consciente de ello. “Sí es verdad que los chavales de Madrid lo tenemos más fácil, y los que son de fuera y también buenos al final tienen que venir para acá”, admite.

Dice el rapero que “Al Safir somos dos: Millán y yo. Diego soy yo”. Millán, además de su amigo, es su actual manager -también lo es de Midas Alonso- y la persona artífice de su profesionalización. La historia detrás de esto es, cuanto menos, digna de mención. Estando en Londres empezó a recibir ofertas de discográficas importantes. Y fue en uno de estos momentos, borracho en tierras inglesas, cuando una luz se le cruzó por el cerebelo y pensó que la mejor persona para llevar movidas y papeleos legales no era otro que él. “Todo mi crecimiento fue orgánico pero hice ruido muy rápido porque el panorama en España es muy básico, dices cuatro barbaridades y ya está. El caso, hice el vídeo de ‘Blow Up’, y después de eso mientras estaba en Londres me empezaron a llegar las primeras ofertas de distribución de empresas como Warner o Sony. Una de estas discográficas tochas me llamó y yo estaba pedísimo y sin tener ni puta idea de qué decir. Así que cavilando me vino a la cabeza que la persona que tenía que gestionar todo eso era Millán, y es la mejor decisión que he tomado. Porque yo puedo rapear pero al final el que me ha profesionalizado ha sido él. Profesionalizarse y hacerlo serio es necesario si quieres llegar a algo. Hay chavales que son mucho más buenos que los que están pegados, pero no está profesionalizados. Mención también a la peña de Taste the Floor que nos ha ayudado mucho, son gente muy potente que han visto nuestro potencial y han sido muy claros desde el minuto cero con nosotros”, declara. Las señales de la vida y los pensamientos clarificadores existen, hay que hacerles caso.

Remato esta entrevista rescatando un tema de 2014 titulado ‘Dirty Dogzz’, de Al Safir junto a M.Kaiser. Sin vídeo, el corte solo va acompañado por una imagen donde aparece el artista, en sus tiempos mozos, junto a Kaiser y se les ve a ambos contentos y disfrutando del momento. Serían tiempos de soñar alto y de afilar las ambiciones que podría tener cualquier niño adolescente de barrio, como tú que lees esto o como yo. Al final de su verso Al Safir rapea: «Yo quiero un Bugatti Veyron y entradas para la Champions”. No sé si ya estará en condiciones de hacerse con el Bugatti pero, desde luego, unas cuantas entradas para ver la Champions ya sí que puede comprar.

Texto: Daniel Caballero

Fotografía: Jay Gambin

Grabación vídeo: Sojo Filmmakers

Edición vídeo: Marco Mariniello

Tracksuit: Lacoste