LIA KALI, versátil juego de emociones en un IMPECABLE DEBUT

Sensibilidad y una peculiar voz cargada de alma la definen.

Siempre me he confesado una enamorada de esos artistas que son capaces de paliar a golpe de música la soledad o el vacío de aquellos que los escuchan. Artistas de esos que, de manera casi innata, pueden hacerte reír, llorar o enfadarte a través de su arte, cuya sensibilidad es tal que desde el minuto uno acabamos sintiéndolos como algo muy nuestro. 

Quizá por ello el flechazo que sentí con la música de Lia Kali fue casi instantáneo. Su peculiar voz, capaz de golpearte con dureza en un tema para recomponerte y acariciarte con la misma fuerza segundos después, no es algo que abunde en el panorama. Tampoco la versatilidad de la que hace gala. No la voy a definir aquí porque sería limitarla en exceso. Es Lia Kali, lo puede todo sin ser nada en concreto, como los grandes artistas, esos altamente sensibles que ven en el arte una respuesta a la vida y deciden lanzarse a un vuelo de libertad donde solo manda la imperiosa necesidad de expresarse. Una rara avis alejada de toda norma capaz de hacer volar a todo aquel que se cruce por su camino. 

El idilio de Lia Kali con la música viene de lejos. Su padre, baterista de profesión, le inculcó el amor que derrocha hoy en día por ella. “Él sabe lo que es querer esto, desear esto. Es la suerte que tengo, afirma la artista. Con tan solo 16 años Lia Kali era ya asidua a los escenarios. Era fácil verla actuando en bares, bodas, festivales e incluso con una banda tributo a Amy Whinehouse. Yo estaba siempre detrás, o era Amy o una tía random que cantaba en el hotel. Le decía ahora a los compañeros con los que voy que parece que no he hecho un concierto en mi vida, es como si fuera la primera vez que voy a hacer esto. Tengo unos nervios y una presión que no he sentido desde que tenía 16 años y empecé con esto. Es como empezar de nuevo.

Pese a asegurar que aun se está autoconociendo, Lia Kali se define como una persona visceral a la que le gusta rebuscar dentro de sí misma. Muy emocional, muy fuego, confiesa. Una persona que no da conflicto allá donde va, vivo mucho y dejo vivir. Aficionada a jugar al Call of Duty en el móvil, algo en lo que asegura es bastante buena, Lia Kali reconoce que donde reside el verdadero juego en la vida es en el arte. El mundo de la música y el arte es muy de jugar con las emociones. Creo que somos jugadores de emociones de riesgo, nos gustan las emociones fuertes. Si dejamos de sentir emociones fuertes se nos acaban las letras y se nos acaba todo.

Quizá por ello para su debut la artista ha tenido el coraje de atreverse a ser vulnerable, a dejar impresos sus traumas en canciones, a cantarle al dolor para que se vuelva chiquito, a la ira como bálsamo contra la irritabilidad. Lo ha hecho en un disco, Contra todo pronóstico, que supone un viaje de la oscuridad a la luz como bien refleja la portada, donde se acaban dando la mano la sombra de una serpiente y la luz de unos girasoles que la artista lleva también tatuados en su antebrazo. La serpiente representa el veneno, la muerte, lo malo, pero me están cuidando los girasoles. Los girasoles para mí son esa búsqueda de la luz. Al final la luz y la oscuridad son lo mismo, con sus extremos pero se tocan. El disco pasa de la oscuridad a la luz. Esa oscuridad sigue estando, no se va a ir, igual no es mala, igual esta ahí para protegernos también. Es ley de vida. Todos tenemos una parte de oscuridad, hay que abrazarla también. 

Un disco que en palabras de la artista es mi puta adolescencia, es lo que necesitaba sacar. Ahora que lo he sacado vamos a ir a otro lado. Pero es una etapa cerrada gracias a un disco. ¡Qué maravilloso! Las etapas siempre vuelven en algún momento, ves a alguien vivir algo que tu viviste y te hierve la sangre, pero yo me siento muy sanada gracias a esto, mucho.

La manera en la que está siendo acogido su disco le ha llevado a pensar que los discos son terapia. Estaba leyendo las cosas que me había dicho la gente y parecía un disco de autoayuda viendo todo lo que me contaban”. 

Autoayuda para el oyente y también para ella, algo que anticipaba en el álbum con letras tan directas como voy a dejar mi historia en este disco, ojalá te salve como a mí los míos. Así llegaba Lia Kali, con las venas abiertas y ciertos miedos que son inevitables cuando uno está comenzando a definirse. Me daba miedo por un lado la parte de mostrarme vulnerable, y por otro que al principio estaba sola con dos trabajos a la vez pensando: ¿cómo pago esto? Fue un problema hasta que encontré a gente que me ha ayudado a poder pagar todo y quedarme tranquila en este sentido. Además poco a poco ves que la gente se va sumando al carro y da miedo eso también, es nuevo en el sentido de la responsabilidad que se genera. La gente tiene muchas expectativas, esperan muchas cosas de tí y a veces te planteas: ¿y si no puedo cumplirlas?, ¿y si defrauda?. El miedo a defraudar a una misma y a toda la gente que cree y apuesta por ti es grande, es cabrón. 

Pese a esos miedos Lia Kali se siente bendecida, tanto que no había jugado nunca a la lotería y lo hizo el día después de publicar su primer disco llevándose una grata sorpresa. El lugar de Madrid al que fue a comprarla tenía un décimo con el número de la fecha de salida de su primer disco que muestra orgullosa, como si no pudiera ser fruto de la casualidad. No lo voy a hacer en mi vida, nunca más, pero hoy he dicho: lo voy a comprar. Me lo quedo para siempre de recuerdo, así me siento bendecida.

Lia Kali es una apasionada de aquellos artistas que se interesan por la música, que se molestan en saber qué es lo mejor. Me encanta descubrir artistas que tienen nuevas propuestas, que se atreven a proponer cosas nuevas, que tengan ese sello. Entre ellos se encuentra Rosalía, una artista que pese a no haberla acompañado durante el proceso de creación de Contra Todo Pronóstico, ya que no le gusta escuchar música durante el trayecto para no contaminarse y acabar sonando demasiado a lo que escuche, si que la ha acompañado mucho una vez finalizado el disco. Motomami’, de Rosalía me ha acompañado mucho desde que terminé mi disco. La gente se empieza a fijar más ahora en lo que hago, aunque esté aun en el principio y no me haya consolidado y sea emergente. Pero si que hay cosas que vas notando que van cambiando a tu alrededor cuando va funcionando tu historia. Motomami es un disco que habla sobre eso, sobre cómo ella ha vivido la industria, meterse dentro a otro nivel. Me ha ido muy bien escucharla. He llorado con ella mucho, me ha hecho pensar qué puede pasar para que te sientas así”.

El álbum debut de Lia Kali es un disco no apto para mentes cerradas. Un álbum al que llegar sin pretensiones, del que salir llena de propósitos. Un trabajo que revive esa necesidad que tenemos todos de expresarnos en un mundo demasiado hostil para sanar nuestras mentes. Contra todo pronóstico ha llegado para salvarnos a todos un poquito, con Contra todo pronóstico ha nacido una artista en mayúsculas. 

TOMANDO LA PALABRA, DESNUDANDO LA INTIMIDAD

Lia Kali es una persona tremendamente valiente, solo de esa manera se explica que haya tratado en sus letras temas a los que el arte generalmente no suele dar cobijo, como bien dice a lo largo del disco callar la hace débil. «Igual detrás de un micro me siento más protegida, es el sitio. Soy una tía muy valiente, muy echada para delante, pero lógicamente soy persona y tengo un montón de complejos. Muchas veces siento que no puedo pero aun así lo hago, aunque lo haga con miedo por lo menos lo he hecho. Todos tenemos miedos, dudas, momentos de sentirnos bajitos«. 

Miedos que dejó atrás desde el minuto uno para este disco. Lia Kali, tras una introducción que pone en contexto al oyente de lo que está por venir, decidió comenzar su aventura denunciando en ‘UCA‘ el trato que sufren numerosos jóvenes que ingresan en unidades de conductas adictivas, lugares que más que prestar apoyo a aquellos que ingresan en ellas, se han convertido en salas de torturas que devoran multitud de infancias que, como afirma Lia, solo necesitaban aire y no que les arrebataran la vida. Un tema que derrocha odio hacia estos centros y que arroja luz a aquellos que, como Lia, viven o han vivido situaciones desagradables dentro de ellos. «Es algo que es muy tabú, se habla poco de las cosas que pasan en este tipo de centros. Yo viví todo esto cuando tenía 14 años. Luego fui a hablar con una chavala que se dedica a esto y me dijo que existían este tipo de prácticas, me di cuenta de que seguían pasando estas cosas. Son prácticas que en muchos países están prohibidas porque son entendidas como torturas. Esto hay que contarlo porque hay mucha gente que no lo sabe, igual puede ser una manera de que empecemos a replantearnos cómo se trata aquí a la gente en los psiquiátricos sobre medicación, condiciones, cosas que son torturas, sales peor de como entraste. El sistema falla, hay que replantearlo y hay que hablarlo para eso. Si callamos no cambiará, seguirán abusando».

Nadie con un ápice de alma sale igual después de haberse enfrentado a esta canción. El cabreo que te invade tras su escucha es fruto de uno de los mejores storytellings que se han hecho últimamente. Pese a no haber pasado por la situación que narra aquí Lía Kali la artista ha conseguido que el tema sea tan visual que cualquiera podría ser capaz de detallar con todo lujo de detalles los hechos que narra. La empatía que genera la artista es magistral, este tema es cine. «Es algo que me dicen bastante, no se por qué pasa, pero pasa. Intensa soy, sentida soy. Muchas de las canciones del disco las he escrito llorando. Le pongo mucha pasión a todo lo que hago, me lo tomo muy en serio, lo hago muy de corazón. Quizá es eso por lo que se nota. Igual eso es lo que llega, que se graba así, se graba llorando. Hay algunas canciones que soy yo llorando y ni te das cuenta. En la de ‘UCA‘ estaba llorando».

Posiblemente lo de utilizar el adjetivo personal para definir un disco sea una estrategia de marketing de lo más que trillada en los últimos tiempos, pero con Lia Kali catalogarlo como tal es tan acertado que no puede pasarse por alto. Tanto es así que la artista reconoce que el hecho de haber desnudado tanto su intimidad ha ocasionado que la publicación del trabajo le haya generado bastante vértigo. Desde hace unos días estoy diciendo: ¿por qué?, ¿en qué momento he decidido hablar tan abiertamente?. Pero creo que era necesario y era lo que me apetecía hacer. Aunque mostrarlo sea la parte que más me cuesta es lo que necesitaba, así que está bien».

LA GRANDEZA DE UNA ARTISTA CAMALEÓNICA, TREMENDAMENTE VERSÁTIL

Tener el valor de intentar hacer cosas diferentes es una de las mayores virtudes que puede tener un artista. Fiel defensora de que la comodidad de quedarse anclada en aquello que ya conoce la limita, Lia Kali ha decidido viajar por diferentes ambientes a lo largo de este disco. Un trabajo que bebe del soul, el jazz, el rap o el R&B; un disco que deja patente que Lia Kali es un ser en continuo movimiento. «Vivo así, si no me aburre un poco la vida. Siempre he sido muy de ir cambiando y quería que en mi primer disco se viera porque voy a ir cambiando. Si en un primer disco me encierro solo en un estilo luego lo mismo veo que tengo que hacer solo eso. No me gustaría verme encerrada». 

De hecho la artista no duda en romper una lanza en varias ocasiones a favor de aquellos artistas que se muestran libres. «Imagino que hay una parte a la que le da miedo ser versátil. Yo creo que hay mucha gente que es muy versátil pero no hace otro tipo de cosas y no se atreve a probar otro tipo de estilos porque es como tirarte a la piscina. Es como: vale, yo te compro esto pero si me haces esto otro igual no te compro. La gente es muy nazi. En ese sentido me ha dado igual porque he preferido estar contenta y sentirme realizada con mi trabajo. Pero sí creo que hay gente que tiene miedo a mostrar una versatilidad que estoy segura que tienen. También hay tremendos artistas en España que hacen lo que les da la gana con su voz y con todo». 

Pese a que no se pone límites, Lia Kali reconoce que hay terrenos en los que no se metería por una cuestión de respeto, como es el caso del flamenco. «Pienso que tienes que dedicarle su tiempo. Es un género muy complejo, muy complicado. Yo lo respeto y lo amo. Cuando estoy con gente que hace flamenco me siento, me callo y gozo. Mucha gente flamenca a veces me dice: venga cantante algo, pero siempre digo que no. Es sagradito. Es igual que el jazz, música muy compleja. No son un reggaetón, que ahí te subes como quieras, no hay todas las normas que hay en este género. Aparte las letras que suelen acompañar a este tipo de obras son algo serio».

NI VIEJA NI NUEVA, SIMPLEMENTE ESCUELA

«Que la vieja y la nueva me deleiten. Que me permita investigar sin que me afecten las mentes cerradas que no aceptan al disidente». En Contra todo pronóstico, single que anticipaba este disco, Lia Kali pretendía arrojar luz para paliar esa ruptura generacional que se viene dando en la música desde hace años. «Yo consumo música de gente que hace cien años que esta muerta, igual que consumo a Bad Gyal. Y creo que lo que te aportan uno y otro, cada uno en su época, da igual en qué año, te nutre. Es maravillo. Hay que poder tener respeto a todo, escuchar de todo y no cerrarte a nada. Esto te trae ingredientes que no tienes si te cierras a escuchar algo de una época en concreto o un estilo concreto. A veces forma parte de la moda, hay gente que por formar parte de algo rechaza y dice que no a cosas que igual le fliparían pero no esta de moda y a sus colegas no les parecería guay que tu escucharas o defendieras eso», afirma. 

Lia Kali asegura que le parece «estúpido que la élite musical se mueva solo con la élite». Algo que, como bien especifica la artista, afortunadamente no ocurre con todos los artistas. «Dentro de estas élites hay gente como Nanpa, FernandoCosta o Kase O., entre otros, que van abriendo. Que dicen: vale, eres nuevo pero me gusta lo que haces, me dan igual tus números, quiero hacerme algo contigo, te quiero ayudar porque creo en ti. Quizá porque ellos se acuerdan también de que alguien creyó en ellos en un momento dado, o son conscientes de lo que les costó a ellos llegar hasta allí«.

Nanpa Básico es precisamente uno de los artistas que han arropado a Lia Kali en su debut. Lejos de lo que muchos podrían pensar, fue el artista colombiano el que dio el primer paso para que esta unión se hiciera realidad. «Yo no lo conocía, me escribió diciendo que le gustaba mi música. Yo pensé: ‘¿quién es este tío?’ Luego ya flipé. Escuché un par de temas suyos y me pareció un artista con una voz super personal, muy sentido. Y también cómo habla, me mandaba audios que daban ganas de achucharle. Fue super hermoso hacer la colabo con él, lástima que estuviéramos a distancia. Yo prefiero siempre poder hacer las colaboraciones juntos, mirarnos a los ojos, tener una conversación previa, ver por dónde conectamos. Pero igualmente con él fue muy fácil, es un tío muy sensible, se le ve. Aun así me gusta antes que nos conózcanos y ver si tenemos algo que compartir ahí, porque si no me caes bien o no me entras no voy a hacer nada contigo, se va a notar». 

Con Nanpa Básico, Lia Kali canta en Volvernos a amar a esos amores de ida y vuelta que desde el inicio tienen ya prácticamente marcado el final. Va a ser verdad eso que dice Lia Kali de que hacemos demasiadas trampas a la vida para volvernos a amar. «Si, ¿no? (risas). Yo al menos. Tengo una historia de dejarlo y volver cincuenta mil millones de veces… Nos lo ponemos complicado. Ya sabemos que no funciona, la vida te lo dice. Te vas, vuelves a intentarlo, no funciona. Nos gustan las emociones fuertes«.

Otro aliado indiscutible en este disco ha sido el productor Toni Anzis, uno de esos talentos musicales que deslumbran cada vez que generan un nuevo movimiento y al que conoció gracias a J Abecía, también presente en este trabajo. Un productor en mayúsculas, de esos que ponen el beat y dirigen además al artista para sacar lo mejor de él en cada momento. «Es el productor con el que más he trabajado en el disco y fue precisamente porque con él te juntas y tiene una forma especial de reaccionar y guiarte. Te estas rayando con una melodía y te dice: illa que guapo, grábate eso, eso aquí, eso ahí. Además el tiene una forma de grabar y mezclar que llevas la mitad del tema y eso ya suena como si pudieras meterlo en un disco. Hace que salgan hits, era alucinante. Yo todas las veces que me he sentado con un beat suyo a trabajar con él han salido hits«. 

Hace poco un reconocido artista me ponía por redes sociales: «todos queremos colaborar con Lia Kali». Y razones no faltan para justificar dicha afirmación. Sin embargo, de momento, la artista está seleccionando las colaboraciones minuciosamente. «Me gustaría poder decir más que sí porque han venido muchos artistas que me flipan, pero no se puede. Llega un punto en el que dices: sería la tía de las colabos y no puede ser. Ya este año he cogido unas pocas para también poder desarrollarme yo y poder sacar mis cosas. Necesito que la gente vea que yo sola me la valgo y yo sola hago mis cosas, construir también lo que es Lia Kali, que se va construyendo poco a poco, y para eso tengo que andar sola«.

Tiempo al tiempo. Quizá cuando los astros se cuadren la veamos colaborando con Deva, es una bestia parda, tiene una brutalidad de voz que yo no entiendo por qué no tiene más reconocimiento. Esta chica para mi tendría que estar en el super top»; con Rosalía, «una valiente que hace cosas que no son para nada mainstream y las convierte en mainstream continuamente», Nathy Peluso, o Erick Hervé o Lechowski, dos artistas en los que Lia Kali ve un tremendo poder a la hora de escribir y transmitir con sus letras. 

NI VIEJA NI NUEVA, SIMPLEMENTE ESCUELA

Cuando Lia Kali habla del directo, de los escenarios, sus ojos adquieren un brillo especial. Quizá porque sostiene que «donde de verdad se va a emocionar la gente si les ha gustado y les ha llegado el disco es precisamente en los directos», el lugar que le ha dado durante años las tablas de las que hace gala hoy. «Cuando tienes a toda la gente ahí conectando, que puedes mirarlos a los ojos, que te estas abriendo ahí… eso es vida. Estar en el escenario es hacer puenting. Estás en el escenario, haces puenting y luego vuelves a la vida«.  

Una parte mucho más satisfactoria que el estudio, zona mucho más privada, más para una misma. Un refugio seguro ante el «acojone» que genera que eso luego salga a la luz. «A veces damos demasiada importancia a lo que los demás opinan de tu arte. Si los demás opinan que es una mierda y tu te has desvivido para hacer eso igual puedes caer en el error de creer que eres una mierda, y no son emociones muy hermosas. Imagino que por eso acojona, al menos a mí. Es mas fácil escribir solo con un productor, de primeras no tienes esa presión. En el escenario tienes que cumplir, hay un montón de gente que ha pagado para verte y tiene que irse pensando que ha visto el mejor show de su vida. Es fuerte, genera ansiedad. Desde pocos días antes de sacar el disco he engordado un montón, he empezado a comer un montón. La ansiedad es una mierda. Yo creo que la pasamos todos los que nos exponemos. Además la gente a veces también es muy cruel con todo el hate que se genera. Yo entiendo que están en su casa y estarán amargados, sino no harían esos comentarios. Que te tiren hate cuando tu has tocado un tema muy delicado, del que te has atrevido a hablar es como… ¿en serio? ¿no te puedes callar aunque te parezca cualquier cosa?.

Tras la publicación del disco llega la hora de defenderlo en directo, algo que hará no solo en España sino en otros países. Toda una ambición para una mujer que afirma soñar en grande. A muerte, me encantaría vivir la vida viajando y llenando estadios pero sobre todo me gustaría verme toda la vida haciendo cosas de las que me sienta orgullosa y que me representen siempre. Esto es algo que no tengo que perder, que no puedo perder nunca. Que yo lo escuche y diga: es mío. Luego todo lo demás si pasa o no pasa me da más igual. 

Con Soñar, su tema favorito del disco, Lia Kali despide un debut perfecto con el que dar a conocer el potencial que guarda dentro. Creyó para soñar, trabajó para brillar, y hoy no solo sonríen su ángel y su madre cuando se sienta delante del papel, hoy lo hacemos todos aquellos a los que nos ha robado un pedacito de alma con este trabajo. El panorama necesita más rayitos de sol de éstos que nos recuerdan que la música es el verdadero éxito.

Que nadie le apague nunca el sol.