Javier Ibarra ha vuelto repartiendo arte entre sus oyentes, quienes le aguardaban pacientemente, como aquel que espera volver a ver a un viejo amigo que se fue hace tiempo, esperando que ese tiempo no le haya cambiado. Ahora, es Javier el que nos invita a un viaje hacia el mundo de las ideas, a lo onírico, donde el arte nace. Es aquí donde presenciamos uno de los conceptos clave para entender la evolución del artista durante las dos décadas del mismo haciendo rap. El nacimiento del arte. La evolución histórica que éste ha sufrido a lo largo de los siglos, y que en el caso de Ibarra se puede apreciar durante su trayectoria.

Kase.O nace con aquellas maquetas grabadas en el cuarto de baño, maquetas en las que nos encontrábamos con alguien que hacía referencia a lo clásico; el hip hop era una religión de barrio, y los raperos le rendían tributo en forma de canciones. Un arte bruto, pero puro. Como aquel arte de la Edad Antigua. La actitud era la de un bboy que mezclaba egotrip con gritos contra el sistema, contra los nazis, y en general contra todo lo que fuese enemigo de la libertad individual del hombre. En el caso del maño, sus influencias, o al menos su estilo, bebían del punk, y el resultado de la mezcla resultó ser el rap hardcore.

“Kase.O por fin ha llegado

 y esta es la voz que tú estabas esperando.”

[Intro 95 – Dos Rombos]

Sin embargo, durante la década del 2000 al 2010, Kase.O evolucionó hacía un contenido más complejo, pese a que en ocasiones el mensaje y la forma mantuviesen la misma esencia que años atrás. Una evolución natural, tal y como pasó con el surgimiento del arte gótico a finales de la Edad Media, otorgando fin a un periodo artístico en el que el artista dejaba atrás su primera etapa, casi rudimentaria, donde el contenido era menos elaborado, pulido y complejo, pasando a una época en la que sus raps empezaban a ser más sombríos, oscuros y emotivos, provocando un aumento del realismo en sus escritos, más ricos y profundos y, al mismo tiempo, de la complejidad de sus letras, sucediéndose progresivamente durante los años dorados de VdV.

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Fotografía: Ángel de Castro

Manteniendo la similitud establecida, y ciñéndonos a la evolución y cronología del arte, encontramos que durante aquel periodo gótico los artistas trataban de representar lo divino como humano, dotando de sentimientos a las figuras que hasta entonces carecían de emociones. Durante esta etapa, fueron incorporados más elementos en las obras pictóricas, además del auge de la expresividad y la minuciosidad de los detalles que antaño hubieran pasado desapercibidos. Es aquí donde se nos presenta el segundo aspecto clave para entender la evolución del señor Ibarra. La emotividad. Esta segunda etapa supone un cambio para el maño, más expresivo, emotivo, y cuidadoso de cada uno de los detalles que rodeaban al tema principal en cada una de sus obras. Un ejemplo claro de esto fue la canción ‘Javat y Kamel’, uno de los mejores temas del rap hispano.

“Escúchame sentado con los ojos cerrados,

si tu estado normal es cansado cercano al enfado.

Las cosas vendrán como nunca las habías pensado, 

ahora duerme, y escribe en un papel lo que has soñado.”

[Javat y kamel]

Ahondando un poco más en este paralelismo entre la historia del Arte y la historia del rapper, en esta segunda etapa, así como en el arte gótico, debemos tener claro que no se trataba de romper con todo lo anterior, si no de pulirlo, mejorarlo, de llenar de luz los templos, su música, para iluminar a los fieles, y de mostrar emociones donde antes no las había. Puro Kase.O.

Pero la Tierra no se para nunca, las civilizaciones evolucionan, las etapas se suceden, y el hombre no está exento a estos cambios. En el caso de Javier, esta evolución natural evocó en su particular renacimiento.

El Renacimiento fue un periodo artístico que sirvió de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna, donde el culto al hombre, el humanismo, constituía el leitmotiv de esta etapa. Ya no se ensalzaba la divinidad de todo lo relacionado con las creencias supraterrenales, si no que esto daba paso al estudio de la conciencia individual, la personalidad, y los valores de cada individuo, como ya se hacía en la antigua Grecia siglos atrás.

Así podemos entender la ruptura de Kase.O con los mandamientos más clásicos y primitivos de aquella religión de barrio de la que hablábamos al principio, para encontrarse a sí mismo y renacer con el mismo prisma, pero con distinto enfoque. Su canción “Renacimiento”, título nada aleatorio por otra parte, nos deja ver a un Ibarra liberado del yugo de todo lo que suponía su antiguo yo, y por ende, su música. En los versos de dicha canción podemos ver un claro ejemplo de la actitud renacentista con la que vuelve al ruedo después de años de silencio.

“Si me olvidé de mi mismo por demasiado tiempo
da igual, porque hoy es mi renacimiento”

[Renacimiento]

Desde ‘Renacimiento’, hasta ‘Repartiendo Arte’, y ubicándose lejos de los cánones del rap, nos encontramos con un Ibarra liberado. Es obvio que sigue haciendo hip hop, que los cimientos son los mismos, y que las estructuras se parecen, pero el edificio es totalmente distinto. Kase construye un templo sagrado hacia su persona, establece el culto a sí mismo, a su alma, a su ser. Un individuo que está por encima del ego, de la confrontación y del odio. Es la conciencia la que prima por encima del resto. Javier Ibarra nos relata en su nuevo viaje una historia que supone la balanza entre la esencia y la existencia humana.

‘Repartiendo Arte’ es solo el preludio de una nueva etapa que se abre en la historia de Kase.O. Nosotros aguardaremos, como los viajeros de Caronte, con una moneda bajo la lengua, esperando que nos guíe por la travesía de las aguas de la música. Y de la vida.

“Pasaporte con mi nombre rumbo al infinito.

Hay mucho mito, pero nadie ha vuelto y lo ha descrito.

Ese es mi reto, estoy saliendo ya de mi esqueleto.

Dejando ya obsoleto el ámbito de lo concreto, no me limito.”

[Repartiendo Arte]