Siempre he creído que todos tenemos algo interesante que contar. Una anécdota de cuando éramos pequeños, una historia de amor de película o, simplemente, una vida llena sueños y pesadillas que el mundo debería conocer. Desgraciadamente, no todos tienen la oportunidad de contar sus historias, de expresar lo que han vivido o de sentirse interesantes ante la atenta mirada de un público expectante. Soy de los que piensa que no hay nada más maravilloso que dar voz a quien se lo merece. Por ello, estáis a punto de descubrir a un personaje que, probablemente, no conozcáis, pero que, tras unas líneas, formaréis parte de la historia de su vida.

Pablo Bayo (Madrid, 1989) da la sensación de que siempre lleva una velocidad más que el resto. Necesita que su equipo esté a la altura, que pueda sentirse orgulloso de ellos y que, en ningún momento, les pille fuera de juego preguntando por el drop de unas zapatillas de running o por la inspiración de los creadores de no sé que modelo. No está muy a favor de los sneakerheads, quizá porque él lleva obsesionado con sneakers desde antes de que se creasen los grupos de Facebook o las innumerables páginas web. “Estamos sufriendo una nueva fiebre con las zapatillas”. Insiste en el término “sufrir” ya que le molesta que “la gente se está subiendo al carro de coleccionarlas, debido, entre otros motivos, a las redes sociales”. Reconoce que él sacrificó un verano para disfrutar, por ejemplo, de unas Air Force 180 que conmemoraban el aniversario de las Olimpiadas de Barcelona de 1992. “Era duro cuando veía en Facebook a mis colegas en la playa, pero miraba mis Force 180 y brillaban más que el sol de cualquier playa”.

Fotografía: Roberto Falcón
Fotografía: Roberto Falcón

Su actitud y competitividad le delatan a la primera de cambios. Confiesa que de niño sufrió mucho porque se metían con él por llevar diseños sin marca, mientras que las Air Max BW o Air Max LTD se encargaban de calzar a los chicos de la época. Ahora él se acuerda de ellos: “Esos chicos que se metían conmigo ahora van con zapatillas de Pull&Bear”. La unión con sus hermanos (Julio y Jose) ha marcado su vida. Siendo el pequeño, en su casa había el dinero justo y las cámaras de aire eran un sueño inalcanzable, pero siempre hay una primera vez para todo. Nos cuenta que las mejores zapatillas que pasaron por sus pies fueron las Air Jordan X “Cool Grey” de Julio. Como cualquier hermano orgulloso, nos cuenta como Julio obtuvo esas zapatillas para jugar al baloncesto: “Las Air Jordan X “Cool Grey” fueron el premio por haber subido al equipo de una categoría superior. Mi hermano no tenía zapatillas especificas de jugar al basket, tuvo que entrenar con unas Cup’s de Alcampo y, aun así, en el calentamiento de tiro las enchufó todas. Siempre recordaré un partido que jugó contra el Real Madrid, hizo una de las mejores actuaciones que recuerdo. ¿Todo ello gracias a las Jordan? Yo creo que, simplemente, era un jugón”.

Pablo creó una lista de las zapatillas con las que siempre había soñado. Las primeras que tachó fueron unas Air Max LTD de cuero con la cámara de aire roja, un diseño que vio a Eminem en una gala de premios de MTV. Aún recuerda el día en el que su hermano le escribió mientras él estaba en el colegio, para avisarle de que sus Air Max ya habían llegado y nos confiesa que el trayecto hasta casa fue interminable. Otro de los modelos que aún conserva son las Air Max 90 de cuero negro que su hermano Jose le trajo de New York. “Aún las miro y alucino con los materiales que se usaban anteriormente”.

Para conocer el presente hay que retroceder al pasado. StreetDreams, una tienda madrileña de ropa y zapatillas, fue la primera experiencia laboral de Pablo. Se deshace en elogios para el que considera su maestro y que le dio la oportunidad en StreetDreams. “Tengo que dar las gracias a Carlos, que aún volviéndole loco en muchos aspectos, siempre apostó por mi desde el primer minuto que trabajé con él. Actualmente, todos los valores que aprendí, intento transmitirlos”. En esta tienda, la primera zapatilla que compró fue la Air Max 1 TW, uno de sus tesoros más preciados, y, posteriormente, su primera Jordan: “Una Air Jordan Fusion IV, la parte superior era la Jordan IV, pero con suela de Air Force. Un auténtico misil”.

Desde aquellos años, la vida de Pablo Bayo ha cambiado. Hace un par de años, decidió volver a probar suerte en lo que sería el trabajo de su vida: Nike. La tienda escogida fue la que está situada en plena Gran Vía, probablemente, la más importante de España y una de las mejores de Europa. “Volví a echar el currículum sin esperanza de que me llamaran”, confiesa. Días después, estaba decidiendo cuáles serían las zapatillas que llevaría a la entrevista: unas Air Max 90 VT que considera muy especiales para él y que estrenó y solo usó el día en el que nació su sobrino.

Desde este momento, es la historia que todo aficionado a una marca como Nike querría vivir. Más aún si tu sueño es trabajar para esta empresa. Un ejemplo de actitud, esfuerzo, sacrifico y dedicación. Empezó teniendo horario de fines de semana, una experiencia dificil porque le faltaba tiempo para demostrar sus ganas, pero un mes después le subieron de horas. Recuerda que recibían muchas visitas de uno de los jefes de Nike. “Nunca me había atrevido a hablar con él, hasta que un día me armé de valor y le pregunté si me podía conseguir unas zapatillas”. Nos describe como el jefe le miró fijamente y extrañado y le preguntó qué modelo quería exactamente. Pablo tuvo la oportunidad de explicarle que quería las Air Max 93, un modelo que para él era muy especial, porque representaba como una especie de unicornio: las veía por todos los sitios, pero no era capaz de conseguirlas.

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Fotografía: Roberto Falcón

“Sinceramente, pensé que se le iba a olvidar, pero a los cuatro días me llamó a la tienda para avisarme de que mis Air Max 93 estaban de camino a España”. Fue bastante especial porque fueron las primeras zapatillas importantes que consiguió en la tienda y, encima, a través de un miembro importante de Nike. Tuvieron un gran estreno, cuando Nike le eligió para un Nike University que trataba de testear la Fuelband antes que nadie para que, más tarde, diera una formación en la tienda. Fue un día agotador, pero nada ni nadie podía borrarle la sonrisa.

El que le conoce sabe cómo se presiona ante un reto importante o cómo se pone nervioso como un niño que tiene que hacer un examen. Aún así, su primera formación fue un éxito y tuvo su recompensa: “Dos semanas después, me eligieron para que fuera, a partir de ese día, In Store Trainer de Nike Store Gran Vía, es decir, el empleado especializado en producto que debería de tener a los chicos del equipo totalmente formados”.

Su presente lo marca Nike Store Gran Vía, donde Pablo presume de pasión por las zapatillas y, además, se encarga de formar a los nuevos y nerviosos pupilos que aterrizan en una de las empresas más importantes del mundo. “Hago lo que me gusta. Vendo Nike y hago feliz a la gente”. No duda en tirar de discurso de anuncio para recordar que “Nike vende sonrisas” y no se equivoca al calificar al momento de comprar unas zapatillas nuevas como una de las sensaciones más placenteras que existen.

Esto no se va a convertir en un libro de autoayuda, ni en el típico relato motivador que te recomienda un conocido para afrontar con más actitud los retos. Esto es la vida, el sacrificio y la recompensa, el esfuerzo y el trabajo. “Siente tu sueño y que nadie te diga que no podrás conseguirlo. Mientras te lamentas, alguien, en otra parte del mundo, lucha para superar lo que tú haces”. Hay otra cosa igual de maravillosa que conseguir dar voz a quien se lo merece y es encontrar un ejemplo de actitud en una persona tan cotidiana y real como desconocida para la mayoría. Se despide como un “Just do it!” y con 155 pares de sneakers en su casa.

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Fotografía: Roberto Falcón
*Fotografías por Roberto Falcón.