La soga que nos colocamos alrededor del cuello, la lucha encarnada contra esos instintos que nos esforzamos en no reconocer, o la carga que suponen los pecados que hemos cometido. La segunda entrega de ‘The Sinner’ nos lleva de la mano por todos esos caminos. Se abre y se cierra con un viaje por carretera, entre altos árboles y la esperanza de encontrar algo mejor cuando se acabe el asfalto. Ocho capítulos que a cada paso buscan la manera de cerrar el círculo y de llegar a una redención que aún no sabemos si existe.

Netflix nos devolvió el pasado noviembre al detective Harry Ambrose, interpretado por Bill Pullman, que esta vez no puede decir que no a volver a casa y a ponerse frente a unas paredes que le obligan a mirar de cara a sus demonios y fantasmas.

El amor de una madre

Quien no aparece más que como una referencia breve, de paso, o una concesión a los más nostálgicos y forofos de la primera temporada, es Cora Tannetti, esa madre entregada, encarnada por Jessica Biel, que apuñala con rabia a un desconocido sin saber por qué. Biel, por otro lado, no ha abandonado su papel como productora de la serie y sigue sosteniendo el timón del barco.

La sustituyen y asumen el protagonismo Carrie Coon, conocida por ‘The Leftovers’ (HBO, 2014-2017), y Elisha Henig, quien se pone en la piel de Julien Walker, un niño de trece años que asesina a sus padres en la habitación de un motel cualquiera, sin que podamos intuir un motivo. Claro está que la trama tiene elementos en común con su hermana mayor.

Se mantiene también el ambiente oprimido y opresor que ya puede atribuírsele a ‘The Sinner’, angustioso y en el que el aire parece estar constantemente cargado de polvo. Vemos otra historia que escarba en los vínculos familiares y en sus carencias, centrándose ahora en los afectos entre madre e hijos, aunque con alguna incursión notable de la figura paterna como sustentadora de protección y transmisora de taras. No abandonamos tampoco la idea de abrir con una canción las puertas de la memoria, el pasado y el infierno.

Aun así y con todo, este segundo capítulo no consigue mantener el ritmo del primero y se deja caer con demasiada facilidad en lugares comunes que antes logró esquivar. Deja cabos sueltos a los que no se molesta en dar respuesta, pero que tampoco restan mérito a las interpretaciones de quienes van pasando por la pantalla, solventes y desesperadas a partes iguales.

La pérdida de la inocencia

Según van pasando los minutos, el ambiente enfermizo de Keller, el pueblo al que Ambrose se ve obligado a regresar, nos va engullendo y nos hace tragar puñados de gravilla. Por momentos el paisaje hace pensar en el Luisiana que transitaron los detectives Martin Hart (Woody Harrelson) y Rustin Cohle (Matthew McConaughey) en ‘True Detective’ (HBO, 2014-Actualidad). No hay que olvidar que ambas propuestas tienen vocación de antología.

Vamos sintiendo el peso de la culpa y nos preguntamos por nuestras propias responsabilidades. Todo gira en torno a la carga que estamos dispuestos a aguantar, contra qué cuestiones elegimos pelear y cuáles decidimos empujar debajo de la alfombra. Ansiamos un perdón que sólo puede concederse cada uno.

De momento, nos vale con expiar nuestras penas planteándonos si perdonar o no a Julian.