Siempre me han intrigado las artes clásicas, siempre he sentido la atracción hacia una obra de arte, siempre he caído rendido a sus pies y siempre he intentado indagar todo lo que hay alrededor de ella: su historia, su autor, a quién pintó, talló o escribió en esa pieza, en qué momento de su vida lo hizo y qué le llevó a ello.

Uno de mis movimientos culturales preferidos es el surrealismo, quizás por tener como referente a un artista tan misterioso y único como Dalí. El padre de este movimiento fue André Breton, escritor del ‘Manifiesto surrealista’, en 1924, en el que se podían leer directrices tan directas, arriesgadas y visionarias como esta: «el surrealismo tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida». En este manifiesto también se asentaron las bases del medio de expresión artística que surge sin la intervención del intelecto, el denominado automatismo psíquico:

André Breton: «Escriban rápido, sin tema preconcebido, escriban lo suficientemente rápido para no tener que frenarse y no tener la tentación de leer lo escrito. La primera frase se les ocurrirá por sí misma ya que en cada segundo que pasa hay una frase, que desea salir. Sigan todo el tiempo que quieran».

Concretamente en este punto es en el que me quiero detener. Hace unos días estaba escuchando ‘Documentar’, el último y recomendado trabajo del artista barcelonés Mi.amargo, no pude evitar, cuando me topé con el quinto track, en el que colaboran Erik Urano y Elphomega, asociar esta idea del surrealismo con su vertiente literaria, es decir, la denominada escritura automática. Si extraemos la definición tal cual la concibió André Breton, esta técnica se basaría en sentarse frente a la hoja y el bolígrafo sin un tema preconcebido, sin saber de qué se va a escribir. Los artistas que lo defendían exponían que las frases tenían que salir solas, que siempre tenemos algo que desea salir del subconsciente y pide expresarse. Es el pensamiento quien se apodera del bolígrafo y plasma todo lo que ocurre por dentro, sin reflexión ni pretensión de que tengan sentido o coherencia lógica.

Estas últimas características quizás no sean equiparables con el ejemplo que me llevó a realizar estas conexiones, en un principio, bastante distanciadas tanto temporalmente como temáticamente, pero creo que se pueden establecer nuevos enlaces entre ellos. Es decir, hay quien tiene el don de lograr que esas frases si tengan conexión entre sí, que consiguen que ese subconsciente se exprese libremente, pero con una lógica y sabiduría extraordinaria, en definitiva, que elevan la escritura automática a su nivel más alto.

El surrealismo se creó como un ruptura con todo lo concebido y aceptado por la sociedad y como un modo de atentar intelectualmente contra la burguesía. No hay más que ver, saliendo de la literatura y entrando en el terreno audiovisual, los constantes mensajes en contra de esta clase social que lanzaba Luis Buñuel en sus filmes. El rap en particular y el hip hop en general también tienen parte de estas consignas en su base. Para qué hacer lo que todo el mundo está haciendo si puedo destrozar en pedazos los convencionalismos y volver a unirlos una y otra vez como yo quiera, o más bien, como mi subconsciente desee.

No hay más que leer estas frases: “Planetas, bolas de billar, cornetas, todos a formar, fumetas”, “Lo fumo dulce, lo trago amargo, como el orgullo, nuevos adultos, desaprendiendo”, “Ese dolor no está ahí, no, no no existe, tu tampoco estás ahí, no, no, no existes”, “Tanto he soñado contigo, que seguramente ya no podré despertar”, “Permanecí ajeno a todo, fui expulsado de todo solo a solo a solo, espejo replegado sobre sí mismo”.

Y tu que te crees todo, sin apenas mirar, misma cena sin más, si te alejas quizás, esa pena se irá

Si tuviérais que deducir si cada una de estas frases pertenece a algún artista contemporáneo como Mi.amargo, Erik Urano, Elphomega o Escandaloso Xpósito o a surrealistas o dadaístas como André Breton, Tristan Tzara, o Robert Desnos, más de uno fallaría una, dos y hasta tres veces. En algunas palabras o expresiones la brecha temporal se hace más que evidente, pero la esencia se encuentra en todas ellas.

Las musas habían muerto con el surrealismo, pero ahora algunos las resucitan y, siguiendo las reglas promovidas por Breton, deciden caminar de la mano con ellas desconectando alma y espíritu.