Microsoft lleva años construyendo el proyecto de Xbox sobre Xbox Game Pass. Si bien durante la generación actual parecieron no despertar hasta la recta final, ahora, con toda la esperanza puesta en la nueva generación, la compañía estadounidense tiene un plan perfecto que se apuntala con la compra de Bethesda.

La maniobra, cifrada en unos astronómicos 7.500 millones de dólares, se suma al acuerdo cerrado hace unas semanas con Electronic Arts. En ambos casos, Microsoft evidencia la importancia que tiene la propiedad, es decir, el poder de decisión sobre cuándo y dónde será lanzado un juego. A partir de ahora, tendrán absoluto control para liberar un videojuego como The Elder Scrolls VI, Starfield, DOOM, Wolfenstein o Fallout en todas las plataformas o hacerlo exclusivo de Xbox incluyéndolo en el catálogo de Xbox Game Pass.

Son muchos los que tienen sus miras puestas exclusivamente en PlayStation 5, pero lo cierto es que igual están pasando por alto una mirada muy necesaria hacia el futuro de la industria. El plan de Microsoft es similar al que instauraron Netflix y Spotify en la industria cinematográfica y musical respectivamente, pero adaptado a un periodo en el que los estudios y las marcas tienen cada vez más poder. Esta inversión tiene lugar en un momento en el que, además, tienen tres mercados muy diferenciados: PC, Xbox Series X y Xbox Series S.

El anuncio de la compra de Bethesda por parte de Microsoft se comunicó a pocas horas de que estuvieran disponibles las primeras reservas de Xbox Series.