Uno de los planes preferidos y comunes en esta época veraniega es quemar la retina con cualquier serie o telefilme vacío que oferte nuestra querida televisión. No es tiempo de ponernos sibaritas. Fuera rondan los treinta grados y la cabeza no da para mucho más. Pero si buscamos no deshidratar ni cuerpo ni cabeza, tenemos buenas alternativas en el mundo de las series para mantener la mente activa. Una de ellas es Orphan Black, la serie filón de BBC America. Este thriller experimental, habitual por estas fechas, refuerza el buenísimo estado de forma del género de ciencia ficción en la pequeña pantalla.

Con la cuarta temporada ya estrenada, las clones irónicamente más diferentes de la televisión vuelven para recordarnos que aún tienen cuerda para rato. Esta nueva entrega confirmada como la antepenúltima de la serie, nos acerca a un final que promete apoteósico. Solo nos dan indicios para vaticinar que están decididos a poner toda la carne en el asador en lo que queda de serie.

Este maravilloso invento de la BBC, que atesora un porcentaje de acierto difícil de igualar, nos ilustra una gráfica con tendencias vertiginosas. La primera temporada fue un ‘boom’ en toda regla. consiguiendo entrar en todos los tops televisivos como si de una pandemia se tratase. Con su segunda entrega se abrieron nuevos frentes en la trama y se enriquecieron aún más con nuevas interpretaciones. Los problemas vinieron con la tercera, cuando los guionistas dieron un golpe de timón enorme, un cambio de planes que les hizo perder el norte poniendo rumbo directo al precipicio. Parecía repetirse el error común que sufren las series sci-fi actuales, el querer abarcar todo sin obtener nada. Acoger en su trama todo tipo de temáticas catastrofistas sin ofrecer un final efectivo.

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Nada más lejos. Con esta cuarta temporada han vuelto a poner los pies en el suelo. Más conscientes del potencial de su trama inicial, Orphan Black retoma el gran cliché de la búsqueda del origen. Siendo quizá la mejor temporada de todas, en esta cuarta entrega veremos cómo Sarah, Alison, Cosima y la entrañable Helena continúan investigando el intrínseco origen de su parentesco, viendo como proliferan nuevos clones antes desconocidos. Aunque pecando de cubrirse en algunos estereotipos, veremos nuevas facetas de estas gemelas de idéntico genoma. Una temporada donde se imponen temáticas tan profundas como el futurismo, la corrupción de las grandes corporaciones, el control de la evolución humana o el moralismo dentro de la biogenética.

Orphan Black es rica en esencia, en poseer un alma luchadora y combativa. Una serie honesta en su historia y firme en la trama que pelea a la sombra de las grandes superproducciones televisivas. Es una serie que engancha, donde temáticas arriesgadas a veces difíciles de digerir se potencian con interpretaciones de gran talla, como es la de su protagonista Tatiana Maslany, recientemente nominada al Emmy a la mejor actriz de drama. Orphan Black se impone entre la ambivalencia que sufre el género de ciencia ficción, se expone directamente a la incredulidad del espectador y supera el desafío de mostrar lo inconcebible de manera realista. Una combinación casi perfecta de tensión, catastrofismo y algún toque de humor inglés.

Confirmada para finalizar su historia el próximo año 2017 con la quinta temporada, Orphan Black planea soltar toda su artillería en el esperado final. Si este año nos promete un soplo de aire fresco en estas épocas tan intempestivas, no nos sorprendamos que el año que viene sea un verano que nos deje helados.