Cuando uno piensa en cambiar la mentalidad de la sociedad, se siente como un loco. Algo así como un valeroso y trastornado Don Quijote. Pero si no quieres sentir esa locura, ¿cuál es la solución?. La tecnología ya no es el futuro, es el presente. Internet, por ejemplo, mueve y moverá todos los negocios de los próximos años. Los periódicos de papel acabarán desapareciendo, las televisiones se convertirán en un monopolio donde la empresa más importante se llevará toda la audiencia y, en su defecto, el dinero por la publicidad. En la música, lo digital prevalecerá por encima del añorado formato físico. Todo se basa en eliminar la fricción.

La fricción son todos aquellos contextos o circunstancias que se interponen entre los consumidores y el bien que deseamos obtener. Siendo más claros y centrándonos en la música, la fricción es lo que tardamos en conseguir un enlace decente del trabajo que nos gusta, por no hablar de lo que tardamos en desplazarnos a un centro comercial a comprar un disco. ¿¡Comprar un disco?! Eso tiene fricciones por todos los lados, el coste económico, la dificultad para encontrarlo, el tiempo que se pierde y un sinfín de problemas. Lo dice un servidor, que tiene llena su estantería de pequeños recuerdos musicales. Pero hay que evolucionar, porque estancarse significa ir por detrás del resto.

Como ya se ha citado anteriormente, el futuro está en Internet y en la música, en el formato digital. Un músico, por lo menos en el ambiente en el que nos rodeamos, no se hará rico por vender su trabajo en un establecimiento, ni tan siquiera por hacer unos conciertos a lo largo del año. Donde más dinero consiguen es a través de las reproducciones de YouTube. No es casualidad la sobrecarga de contenido audiovisual que tenemos en los últimos meses, el filón económico está en la red, ya que a través de un ordenador se elimina, prácticamente, toda la fricción.

Begin again

Algunos quieren sentir esa locura de cambiar las cosas. Hay que volver a darle valor a la música, aunque sea mínimamente. Día tras días las redes sociales se llenan de horribles enlaces a servidores de Internet con nuevos trabajos desvalorizados por la sobrecarga de lo gratuito, de regalar un trabajo pensando que eso es lo más real dentro de la cultura. Vuestra realidad de la de un loco dista un euro. Imagínense que vuestro artista favorito planea sacar un trabajo con diez cortes, dos de ellos son videoclips y los sube a su canal de YouTube, pero el resto de tracks no. Su idea es vender el disco en formato digital por tan solo un euro. ¿No lo compraríais?

Nos encanta gastarnos más dinero en un formato físico que acabará en la estantería lleno de polvo y que le provoca pérdidas a nuestro artista favorito. En cambio, si cada uno nos encargásemos de mover dinero en este mercado a costa de perder un euro, todo iría mucho mejor. El utópico mercado de música digital a bajo coste es el futuro. Dejemos de descargar música gratis, de no contribuir a la cultura. La piratería cuando los precios son abusivos, pero si te permiten disfrutar a un bajo coste lo mejor es que todos seamos unos locos que se gastan un euro en su disco favorito.

¿Por qué a Netflix le está costando horrores llegar a España? Porque no interesa ofrecer contenidos a bajo coste y que las empresas importantes pierdan dinero. Olvidemos al poder y centrémonos en disfrutar de la cultura. Eliminemos la fricción, organicemos un pequeño mercado donde los que se benefician son los que se lo merecen. Tu euro puede cambiar la sociedad. Yo si pagaría un euro por un disco. ¿Y tú?