– Qué pasa,  ¿que tú no estás en la vida o qué?
– Yo estoy donde me han dejao.

Eloy de la Iglesia fue un reputado guionista y director español que debutó en 1996 con el largometraje “Fantasía… 3” y que continuó casi sin descanso hasta “Los novios búlgaros”, su última película, estrenada en 2003. Tres años después, en 2006, moriría a los 62 años de edad.

A lo largo de las más de 20 películas que componen su filmografía apreciamos una amplia variedad de temáticas, desde terror en sus primeros años, con “Nadie oyó gritar” (1973) o “Una gota de sangre para morir amando” (1973), hasta amor, tanto heterosexual como homosexual. “La otra alcoba” (1976) y “La criatura” (1977) son un ejemplo de ello, incluso en esta última se atreve a tratar las relaciones zoofílicas. Pero si hay algo por lo que destaca el director guipuzcoano es por retratar en los años ochenta el mundo de las drogas, la marginalidad y la delincuencia juvenil de un modo fascinante. Pertenecen a este grupo películas como «Navajeros «(1981), «Colegas» (1982) o “El pico” (1983), una de las películas más taquilleras de los 80.

Como hemos dicho, gran parte de la obra de Eloy de la Iglesia está relacionada con el fenómeno conocido en España cono cine quinqui, que tiene como objetivo narrar las aventuras de jóvenes delincuentes que alcanzaron un cierto nivel de notoriedad gracias a sus delitos. Se caracterizan por ser realizadas con una fidelidad absoluta a la realidad, no pretendían embellecerla o decorarla. Haciendo un símil con uno de los temas que trata este cine, se puede decir que el producto no estaba cortado o adulterado, era cien por cien puro.

Antes de entrar de lleno en el análisis de Navajeros, tengo la obligación de hacer mención a un videoclip lanzado en 2011 por El Coleta, del tema «Alegres Bandoleros», junto a Starone. Un homenaje en toda regla al cine quinqui.

Navajeros está basada en hechos reales, y cuenta la vida de un joven delincuente apodado El Jaro. Este cuenta con una banda y junto a ella no duda en cometer numerosos hurtos y atracos. Debido a su corta edad – 16 años – sabe que la policía no puede meterle en prisión, tan solo pueden internarle en un centro de menores un tiempo, algo que a El Jaro y su banda no le intimida, ya que siempre consiguen escapar con facilidad.

Se trata de una película con un trasfondo sorprendente y que te hace reflexionar sobre ciertos temas y situaciones que se ponen de manifiesto a lo largo de la misma. Eloy de la Iglesia plasma en todo momento un discurso transgresor y arriesgado, afirmándose y negándose constantemente, es decir, pone en boca de un personaje una opinión y más tarde, con la sucesión de los acontecimientos, esa opinión se niega o se ratifica. Es evidente que el espectador toma parte activa en este discurso, elaborando su propio pensamiento sobre este.

Tres discursos establecen los diferentes puntos de vista ante una misma problemática. En primer lugar, tenemos el comentario de un policía que está presente en una de las detenciones de El Jaro, el agente dice lo siguiente: “¿Sabe lo que le digo, señor comisario? Que mejor sería dejar a estos chicos en la calle, soltarlos, que se queden libres estos hijos de puta. Cuando una señora venga diciendo que le han robado el bolso de un tirón, o alguien que le han robado su automóvil, que se lo vaya a contar a la democracia y a la madre que la parió”. Sin duda, duras y reflexivas palabras las emitidas por el policía.

Para abordar este tema del mejor modo posible es imprescindible establecer unos antecedentes. Con la muerte de Francisco Franco en 1975, España deja atrás el régimen dictatorial y se adentra en el democrático. Aún así, las raíces del franquismo, pese a haber arrancado la capa superficial, se encontraban muy profundas. No hay ejemplo más claro de esto que el intento de golpe de Estado perpetrado por varios mandos militares el 23 de Febrero de 1981. Lo que intento decir es que mucha gente era partidaria de solucionar los problemas de otro modo, con mano dura, de manera más drástica. Es el eterno “Si Franco levantara la cabeza…” que aún hoy, 39 años después, seguimos escuchando.

El segundo discurso es pronunciado por un periodista que está realizando un artículo sobre la delincuencia juvenil. En una primera parte de la película es utilizado como narrador, nos introduce en la historia y en varios momentos nos aporta datos que ayudan a que la acción avance.  En un momento dado, coincidiendo con la intención de entrevistar personalmente a El Jaro, el periodista toma parte activa en la historia. Exactamente, el comentario que hace expresa su preocupación y su interés en el por qué de las acciones que comete el joven, en el germen que ha hecho que haga lo que hace: “Mire, yo pienso que cuando un ciudadano normal, un trabajador, va por la calle y se encuentra con un muchacho de 15 años que en lugar de darle las buenas noches le pone una navaja, es que algo muy grave está pasando. Vamos, que esto no funciona. Estoy seguro de que Jaro me puede decir cosas que no están ni en los informes de la policía ni en los titulares de los periódicos, por eso quiero hablar con él.”

Este razonamiento se puede hilar con la cita de Ten-Si, pensador chino del siglo V a.C, que abre la película: “Los hombres no se hacen criminales porque lo quieren, si no porque se ven conducidos hacia el delito por la miseria y necesidad.” Sin duda es el tema central de la película. En una ocasión, el propio Jaro se excusa diciendo que hace lo que hace a causa de “la ruina que lleva encima”. Hay dos puntos de vista diferentes en los que posicionarse cuando se habla de esto, bien puedes estar de acuerdo con aquellos que defienden que las circunstancias en las que se vive hacen evolucionar a una persona de un modo u otro, o bien con otros que exponen que el origen del buen o mal comportamiento de una persona reside en su propia naturaleza, dejando de lado las circunstancias en las que ha crecido y se ha desarrollado como persona adulta. Esta película, obviamente, se inclina por la primera, siendo la propuesta temática de Eloy de la Iglesia.

Por último, tenemos el discurso de Toñi, una de las dos compañeras sentimentales que tiene Jaro en la película. Esta está celosa y harta del comportamiento del joven que le recrimina que salga a buscarse la vida y no esté encerrado en casa viviendo de Mercedes, su otra compañera sentimental. Esto motiva que Jaro salga decidido a dejar atrás toda esa ruina. “Total, vamos a tener un hijo y, ¿qué le vamos a dar?, na´, será un desgraciado como tú y  como yo (… ) ¿Qué has hecho desde que saliste del talego? El famoso Jaro, que vive desde hace meses de una tía comecocos, pa´ un palo que se monta medio bien, le sale mal, ¡corta el rollo tío! (…) ¿Qué miras? ¿A qué esperas para buscarte la vida?.”  Lo que no entiende Toñi es que Jaro lleva desde que salió de casa, a los 12 años, buscándose la vida. El problema es que aún no la ha encontrado.

Película honesta, cruda y con un alto valor documental, ya que es un retrato fiel de la sociedad de los años 80 en España. Vivir abajo te hace querer llegar arriba, prosperar. Hay gente que decide ir poco a poco y esperar a ver como las cosas van sucediendo, otros deciden acelerar el proceso y optan por el camino más rápido y a la vez más arriesgado. El Jaro optó por el segundo.

Finalizo el análisis con una frase de Montesquieu, que si bien no excusa el comportamiento del Jaro, hace más fácil su comprensión:

“Un hombre no es desdichado a causa de la ambición, si no porque ésta lo devora”.

Nota: 8.5/10