Vivimos en tiempos de cambio. Tiempos donde lo pragmáticamente conocido como común, empieza a abandonar su sentido completo. Escondido en cada margen de la sociedad, ya sea en ámbitos de carácter político, económico o cultural, el cambio se impone rígidamente en todas las industrias modernas. Centrándonos en la audiovisual y más aún, en la cinematográfica, sabiendo que es una de las más inmóviles, vemos que últimamente, como en la música, las alas empiezan a abrirse. Los géneros clásicos comienzan a quebrarse, los directores comienzan a adaptarse a los nuevos tiempos, donde todo se mezcla, se entrelaza y se transforma.

Siempre buscando la transgresión y el avance, aunque nunca con todos de su parte, la industria audiovisual juega constantemente con los roles que adapta. En una guerra abierta entre la popularidad de las series televisivas y el paulatinamente abandonado formato de gran pantalla, en los últimos años ha aumentando la rivalidad entre géneros, dando paso a nuevos experimentos. Desde hace relativamente muy poco tiempo, primaba la popular opinión de que las series sufrían un proceso de imitación del formato cinematográfico, que la televisión se apropiaba del lenguaje y estética del cine. Películas fragmentadas en varios capítulos, como el encumbrado caso de True Detective, son ejemplos de comprimidos realizados para el formato televisivo.

Esta vez, cambian las tornas con Spotlight, la pasada ganadora de la categoría Mejor Película en los Oscar. Hace semana y media, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, el ente que encumbra a los supuestos mejores talentos del año en su magnánima gala, eligió como vencedora a Spotlight, de Tomas McCarthy. El hecho es que, y así, reavivando la competición, esta ganadora es diferente al resto. Por ser lo inverso a lo común. Por elegir disfrazar una serie dentro una película, consiguiendo que sea el mejor disfraz de la fiesta.

Basada en hechos reales, Spotlight expone el proceso de investigación por parte de un grupo de periodistas especializados en artículos de fondo dentro del periódico The Boston Globe. En dicha investigación se trataron  los múltiples casos de abuso de menores por parte de la iglesia católica en Massachussets. Con una trama certera y directa, de gran contenido documental y un formato rotundamente televisivo,  Spotlight minuto a minuto se aleja de los estándares de film clásico, rozando el telefilme. El rigor periodístico y el  trasfondo crítico, da de lleno en el corazón de toda la institución de la Iglesia, donde se impondrá la verdad ante todo.

Spotlight Cartel

Lejos de ser un film pretencioso, lo que más destaca en Spotlight es la sencillez. Con un quinteto inicial formado por magníficos profesionales como son: Michael Keaton (Birdman), Mark Ruffalo (Shutter Island), Rachel McAdams (Southpaw), Liev Schreibe (Repo Men) y Stanley Tucci (Los Juegos del Hambre), destaca el equipo frente a las individualidades. El trabajo bien hecho, tanto en la historia real, como en la gran interpretación de sus actores, hacen que los sucesos contados se desarrollen con una fidelidad abrumadora.

A menudo se valora más el espectáculo, que la ejecución de este. La forma, antes que el contenido. Pudimos ver el año pasado como la percepción del cine está cambiando. El ejemplo más reciente que tenemos es Birdman (A.G Iñárritu), la ganadora en la pasada edición de la estatuilla dorada, película que comparte con Spotlight su atípico formato. El público acogía el cambio en la técnica cinematográfica de una forma dubitativa, una película rodada enteramente en falso plano secuencia no era fácil de digerir para los primerizos. Hecho que se vio reflejado en la audiencia, ya que la frase recurrente tras salir de la sesión de Birdman fue: “Me ha gustado, pero es rara”. Y aún así ganó el Oscar. Puede pasar lo mismo con Spotlight, una serie hecha película no es algo sencillo, pero por suerte los experimentos, muchas veces resultan exitosos.

Hay un patrón en todo ello, algo que no cambia y se reafirma, la atracción de la audiencia por el drama humano. Películas centradas en tramas donde se muestra lo más salvaje, negro y oscuro de nuestra historia pasada. En Spotlight, el hecho de unir el drama junto al género documental, hacen al espectador sentirse parte de los acontecimientos, formar parte de esa historia tan negra. Spotlight es merecedora de todos sus halagos y del reconocimiento que ha obtenido. Ironías de la vida, que una película que nos muestra una pura lección de historia, haya pasado a entrar a formar parte de ella.