Podría resultar extraño no tener la opción de ver una película como ‘Triple Frontera’ fuera de la pantalla grande, que se estrena directamente en Netflix. Cuando encuentras en el cartel promocional a un reparto lleno de estrellas – Oscar Isaac, Ben Affleck, Pedro Pascal, Charlie Hunamm y Garrett Hedlund -, piensas: ¿no haría mucho dinero en salas? Y es que la ambientación y género no podría ser más atractiva: película de acción que se desarrolla en un escenario parecido a ‘Narcos’ – la famosísima serie que la misma Netflix lleva emitiendo desde 2015 -.

Incluso todo lo que concierne a la creación de la película rebosa fiabilidad: Kathryn Bigelow en la producción ejecutiva – tras renunciar a dirigirla para poder sacar adelante su proyecto ‘Detroit’ (2017) -, y J.C. Chandor en la dirección – con obras de prestigio a sus espaldas como ‘Margin Call’ (2011) -. Pero la industria está cambiando y Netflix puede estar orgullosa de tener en su catálogo películas que grandes distribuidoras no han querido respaldar, como la multipremiada ‘Roma’ (Alfonso Cuarón, 2018) o la maravillosa ‘Mudbound’ (Dee Rees, 2017), entre muchas otras.

El atraco como vía de escape de la vida civil

Dejando a parte lo cada vez menos novedoso de que una producción así no se estrene en cines, es hora de hablar de la película. ‘Triple Frontera’ empieza con una secuencia que gira en torno a dos personajes, el interpretado por Charlie Hunnam, apodado ‘Ironhead’, y el de Oscar Isaac, llamado Pope. El primero se encuentra dando charlas motivacionales a los jóvenes soldados que están en el ejército, pero, paradójicamente, sin motivación alguna en sus discursos. El segundo sigue en activo, luchando en Sudamérica contra el cartel encabezado por el todopoderoso Señor Lorea, pero pese a tener informadores de calidad, no puede llevar a cabo su misión por la corrupción policial. Así, en la presentación de personajes del primer acto sabemos que los protagonistas de la película están frustrados: o bien no son capaces de adaptarse y disfrutar de la vida civil, o bien están desencantados por un entorno profesional que no les llena.

La introducción de los protagonistas de la película, muy fluida, da paso a la parte central y desencadenante de la cinta: la propuesta de realizar un atraco. Pope se decide a poner fin de una vez y de cualquier modo – aunque sea ilegal – al narcotraficante que le ha estado haciendo imposible su trabajo, y ya de paso, hacerse con un botín de setenta y cinco millones de dólares que les deje la vida resuelta y compense sus esfuerzos como soldados que el estado no ha sabido pagar. Para hacerlo, necesita a un equipo de cinco hombres que le acompañe a la acorazada y lujosa finca en medio de la selva brasileña en la que vive el narcotraficante. Aunque se hacen de rogar pese al incentivo económico, en realidad todos sus ex compañeros desean volver a sentir la adrenalina del combate. Ejemplo de ello es el personaje de Ben Affleck, que no podría estar más harto de ser agente inmobiliario. En el fondo, los ex soldados echan de menos los buenos tiempos en el ejército, y la película retrata con acierto ese sentimiento, aunque sin llegar a profundizar tanto como ‘El Francotirador’ (Clint Eastwood, 2014).

Acción clásica y un reparto de altura

Una vez empieza la misión, el largometraje alcanza su nivel más elevado, con una acción muy dinámica y violenta rodada con maestría y precisión clásica, sin dejar de ser espectacular visualmente, gracias al uso de la steadycam y de una fotografía que se mantiene fría pero cuidada. J.C. Chandor demuestra un dominio magistral de la narrativa del género de acción, siendo claro y legible en la planificación y montaje, pero sin renunciar a una composición de plano trabajada. En este punto de “peli de atracos” es cuando ‘Triple Frontera’ se vuelve realmente tensa, culminando en una elevada – nunca mejor dicho – escena que se desarrolla en un helicóptero, al nivel de la ya célebre vista en ‘Misión Imposible: Fallout’ (Christopher McQuarrie, 2018). El hecho de rodarse en los más bellos y remotos paisajes de Sudamérica hace aún más evidente – si cabe – que se trata de una producción de alto presupuesto.

Sin contar nada más de la película para no destripar la trama, una vez se ha dado el gran atraco, esta emocionante historia de hombres duros en una situación aún más dura se apacigua un poco. Esto se debe a una falta de creatividad en la acción del guion que hace decaer la fluidez y el ritmo vertiginoso que tenía hasta entonces la cinta, con menos escenas de riesgo y más subtramas forzadas.

Es entonces cuando la ambigüedad moral de los personajes se apodera de los diálogos, ahora totalmente sombríos, planteándose constantemente las problemáticas éticas de sus carreras como soldados y de la acción de matar en sí, conscientes de que un disparo puede ser algo muy serio. Despierta también en ellos la codicia y avaricia, al empezar a explorar el valor del dinero y hasta qué punto vale la pena luchar por él. La suerte es que cuando el guion flaquea, el reparto sostiene el peso de la película. Aun así, se podría haber explotado aún más esa química si algunas líneas de diálogo fueran más ligeras y amenas, algo que quizás le hubiera dado más matices y ritmo a un largometraje entretenido y grandilocuente que, pese a sus momentos más flojos – y un desenlace poco arriesgado -, vale la pena atracar.