Hay ciertas cosas en la vida que por suerte o por azar se convierten en únicas. Esa buscada exclusividad de ser parte de algo que con altas probabilidades no se repetirá jamás de una forma u otra nos hace sentirnos diferentes. Y con razón, porque aunque parezca fácil, la exclusividad cada vez es mas cara de conseguirla. Uno de estos eventos que se caracterizan por su unicidad es sin duda el presenciar un concierto de la dupla más famosa del panorama musical francés, PNL. Llegar a ser testigo de uno de sus espectáculos provoca esa sensación tan gratificante de estar en el momento justo y preciso. Lo mismo que pasa con eclipses, cometas y demás seísmos, que hay que estar ahí para vivirlo. Y no es del todo mala comparación, porque cualquiera de estos fenómenos naturales son perfectamente comparables con las cualidades creativas que caracterizan al grupo de  Corbeil-Essonnes.

Los hermanos de Les Tarterêts son reacios a no mostrar mucho más de lo que su propia obra pueda revelar. Sus canciones y visuales sirven de ley y norma para entender la historia que hay detrás de las letras del dúo. No les hace falta declaraciones o exclusivas para mostrar un mundo propio lleno de guiños y referencias que se cristalizan en juegos de palabras y seudónimos donde cualquier seguidor acérrimo sabe de lo que se habla sin llegar a ser explícito con ningún nombre. Todos y cada uno de sus movimientos están pensados con una perspectiva tan completa que saben medir cualquier tipo de distancia desde el primer hito de su creación. Desde la expectación previa, la obra en sí y toda la ola de impacto que son capaces de generar. El todo es un compendio de la suma de las partes.


Una vez entras en su imaginario en forma de nebulosa es normal proponerse como reto el intentar ver a Ademo y N.O.S encima de un escenario, pero la escueta programación de sus giras y su actitud conservadora de no dar pie a nada más que no sean sus canciones hacen de ello una tarea bastante complicada. Aunque antes siempre quedó Paris, ahora solo nos queda Internet, pero en este caso, ni eso. El dilema se acrecienta cuando ni siquiera los vídeos grabados con manos temblorosas y calidades ínfimas nos llenan lo suficiente como para darnos por contentos. De tal manera sólo sus videoclips, esas obras de orfebrería a la altura de los mejores certámenes de Cannes y neorrealismo de barrio francés, son nuestra última galería para mantener el bucle vivo. 

Aún así hay momentos en el que el azar se vuelve favorable. Frente a las adversidad hay siempre algún resquicio para desprenderse del amargo sabor de boca que provoca la incertidumbre. Ese amargor se endulzaría este pasado domingo haciendo que la suerte de muchos se multiplicase, eso si todo hubiese seguido en linea recta y la industria de la música mundial hubiera mantenido su acostumbrada corriente. Si todo hubiera seguido su cauce, PNL hubiera comenzado la gira de presentación de su último disco ‘Deux Frères’. Pero estando tan opuesta esa realidad y  lejos de retirarse cuando ha salido negro, los hermanos han movido ficha a modo de regalo y homenaje hacia todos aquellos que les hacen más grandes aún en tiempos difíciles. A sus QLF, como ellos llaman, a su familia y seguidores que están de verdad desde el principio.

La única manera de no desmerecer este espacio que quedará perdido en el tiempo es rememorando, volviendo al pasado para hacer más puro un recuerdo que aún se mantiene vivo. Por ello, la decisión de los hermanos ha sido regalar la grabación del concierto en el Bercy Arena de París dentro de la gira de presentación de su disco ‘Dans la Légende’, álbum que llegó a conseguir su merecido disco de platino y ser el número uno más escuchado dentro del territorio francés.

Fotografia: PNL (Facebook)

Esa revuelta al pasado no es casual, ni es una excepción en la estratagema del dúo. Jugando ocasionalmente con la reminiscencia y otras épocas que marcaron la infancia de los hermanos, ya te críes en un barrio u otro a todos nosotros se nos ha grabado a fuego las máquinas de arcade y toda su iconografia pixelada. Un imaginario compartido por la generación que creció con las primeras consolas y se aprendieron de memoria los gráficos estridentes y jingles histriónicos al echar una moneda por la ranura. De ello se han servido para presentar un capítulo de su historia que ha estado marcado por la inquietud desde el inicio hasta la posterior resolución del pasado domingo.

Hace unas semanas a través de sus redes sociales, la banda compartía un pequeño extracto de vídeo donde aparecía el inconfundible logotipo de Netflix. Una maniobra sorprendente que desató las elucubraciones y teorías de la conspiración sintiendo que algo grande se preparaba. La respuesta de la gran plataforma mundial no se hizo esperar, en el canal de Netflix FR se publicaba en forma de contestación un clip donde las iniciales de QLF, emulando la fuente de SEGA, aparecían en pantalla durante unos segundos. La intriga se mantuvo constante durante unos cuantos días, pero cada vez que avanzaban las horas iban apareciendo imágenes y pistas dentro de los círculos cercanos de los artistas que desvelaban parte de la misteriosa trama. La bruma de dudas sobre si se trataba de algún documental o corto audiovisual a cargo de los hermanos cada vez se disipaba más cuando las publicaciones relacionadas con PNL descubrían unos tarjetones blancos a modo de entrada física donde claramente se leía  ‘Dans la Légende Tour’, un código QR y la fecha del estreno. Una vez reunidas todas las piezas solo quedaba esperar a la fecha indicada para coger palomitas y subir el volumen como si estuviéramos animando desde la grada.  

Fotografia: PNL (Facebook)

Liberada la bestia, la obra se hace tan única como para guardada en vitrina. La alta definición y la rareza de verles en directo hacen de este evento casi para coleccionistas. Convirtiéndose casi instantáneamente en uno de los lanzamientos más vistos de la plataforma de Netflix France, queriendo o no, su caso revitaliza un género que a veces parece que ya haya pasado a mejor vida. Los vídeos sobre conciertos en directo de larga duración cada vez son menos comunes en cualquier plataforma audiovisual, y mucho menos como primicia. A pesar de que muchos artistas mundiales aprovechen este formato para sacar más cuartos en navidades aprovechando el tirón del lanzamiento del disco, no tratan de innovar en un estilo que ya parece característico de otra época. El show más importante de unos o el dejarse seguir durante un rato por algún director de renombre, ya sea Scorsese o sucedáneo, solo tiene como objetivo ahogar al máximo los ingresos y ventas, aunque sea ya en la extinguidas siglas DVD. Pero pocos artistas han tomado la decisión de regalar y experimentar con contenido en directo. De hacerlo de visionado gratuito. Que no hace falta decir que tienes que tener Netflix contratado para acceder al lanzamiento y que sus acuerdos habrán llegado con la gran factoría, pero PNL ha apostado por una manera totalmente diferente de honrar a sus seguidores y mantener su nivel tan estricto de figuras mundiales. 

El capítulo comienza con unos títulos de créditos que siguen con la estética de videojuego retro, emulando una especie de Street Fighter donde Ademo y N.O.S, caracterizados con sus chándales y lustrosos peinados, serán los protagonistas de un juego con el objetivo de luchar con puñetazos y patadas contra drug dealers y maleantes. Toda una ironía conociendo su historia. Una temática gamer que ha acompañado algún single como ’91’s’ o ‘Blanka‘ no se nos hace extraña al relacionarla dentro del mundo de PNL, pero siendo ahora más que los buenos de la película, si no los mejores, esta introducción nos sirve para abrir boca en un viaje que va desde el plano imaginativo a lo real, del pixel a la pura nitidez de su directo. Tras unos segundos donde esperamos la carga de la siguiente pantalla, un corazón de grandes dimensiones bombea cada vez más rápido para transformar la escena. Un corazón que representa un icono dentro de la propiedad de la dupla, un símbolo que les acompaña desde la portada de su primer disco ‘Que la famille’.

Tras el corazón aparecen las dos siluetas de los dos hermanos que se enfrentan a un estadio lleno hasta la bandera, donde los flashes rebosan y se unen para hacer más grande la sombra que proyectan sus adivinables figuras. Acompañando al corazón, que variará de colores, estados y efectos según el track interpretado, cerca de la pista se encuentra otro de los elementos más conocidos dentro de la iconografía de PNL. El árbol que divide su tronco en dos ramas perteneciente al videoclip de ‘La vie est belle’ servirá para expresar muchos de los conceptos que esconden las letras de la banda; desde sus marcadas raíces africanas hasta el entendimiento de que un todo contempla su división en dos partes. Un árbol que veremos como pasa de deshojarse hasta quemarse con efectos visuales que pulularán por todo el show, siendo este un aspecto clave en el metraje de la cinta.

Fotografia: PNL (Facebook)

Efectos de meteoritos cuando suena ‘Uranus’, carteles de neón con motivos japoneses en ‘Onizuka o un público convertido en mares mientras la cámara se empaña con las gotas de una lluvia que no cesa, serán parte de un arma audiovisual que luce como principal protagonista de un concierto que tiene más vida que la propia interpretación en directo. Sin titubear mucho y manteniendo un estricto paso firme y tranquilo, Tarik y Nabil, las identidades que hay detrás de sus a.k.a se sienten cómodos frente a una hinchada que se embrutece con cada tema. Pidiendo cada hermano su correspondiente ovación para el complementario, animan a un París enfervorizado a unirse a ser parte de su alegato. No nos hace mucha falta más que los primeros instantes del concierto para darnos cuenta que la interacción de PNL serán mínima, su semblante tranquilo rodeado constantemente por el humo que sale tras cada calada suplirán a gritos y exaltaciones innecesarias en un concierto que desde que empieza hasta que acaba embelesa por lo que merece, la intensidad de su música y la experiencia visual. Canción a canción vamos entrando en un estado de trance propio del ritmo pausado de PNL, y despertamos con ritmos más rápidos como sucede en ‘Béne’ o ‘Luz de Luna’, donde el estadio se ilumina entero y el dueto promete que se dejen sorprender por lo que han preparado para todos los asistentes.

Su capacidad para impresionar es innegable, ya sea en concierto, grabando un videoclip en la cima de la Torre Eiffel o invadiendo París con autobuses descapotables como si hubieran ganado la liga. Aunque si somos realistas, es cierto que la ganaron hace tiempo. Y como es costumbre, las celebraciones siempre se dejan para los finales. Una velada que deja canciones tan coreadas como ‘Naha’ o ‘DA’ para su tramo final hacen de antesala en aquellos temas que ahora se traducen como himnos de la banda. Una penúltima canción acompañada por todos aquellos que conforman su familia, subiendo al escenario y haciendo los coros a la dupla, dan paso a un último ‘Le monde ou rien’ dedicado a todos aquellos que han estado desde el principio desde que decidieron tomar el mundo por asalto desde la nada.

Con este regalo alargan el hambre y suavizan la espera de poder volver ver a los hermanos en directo de nuevo. Aunque no será hasta 2021 cuando podamos ver a PNL sobre un escenario presentando su último disco ‘Deux Frères’, solo nos queda hacer cuentas y restas hasta el año que viene estimando el porcentaje de éxito entre tanta probabilidad y desfavorable estadística. Aunque los franceses siempre lo han tenido claro, son del todo o la nada.