CRUZ CAFUNÉ,
Dios se mueve contigo

Siempre en constante movimiento.

Desde que Carlos Bruñas, más conocido como Cruz Cafuné, nos profetizara en ‘Visión Túnel’ que venía el disco ha pasado mucho, pero nada hizo recrudecer la espera y crecer las expectativas como el momento en que ‘TURBO // Epifanía’ vio la luz del día hace apenas tres meses. Hasta entonces, el hype tuvo suficiente con alimentarse de su anuncio a finales de 2022, un teaser donde se intuía que el tiburón iba a abanderar la simbología del LP y hasta una gira que no necesitó que el proyecto estuviera en la calle para agotarse casi por completo.

Ya explicó en medios como GQ la identidad del tiburón, personaje principal de este larga duración, y que viene a encarnar la necesidad autoimpuesta de estar en movimiento, que enseguida nos recuerda al funcionamiento de la industria musical y de la vida de los artistas. Con todo, Cruzzi es claro: para el tiburón no supone un sacrificio porque es parte de su naturaleza. Nos explica así cómo lo aplica en su vida y, sobre todo, a la hora de hacer música: Para mí hacer música es mi pasión, es lo que me gusta. Es lo que más me llena hacer. Lo que pasa es que soy un tipo que, no solo en la música, sino en un montón de aspectos en mi vida siento que si me estanco en un sitio me limito, como que dejo de ser yo, entonces estoy constantemente empujando y, claro, eso hace que deje de lado otras movidas igual de importantes en mi vida. Ese es el simbolismo del tiburón”.

Desde luego, no hablamos de una carrera sosegada: desde que empezara con Toska Runners, y más tarde con BNMP (Broke Niños Make Presos), el artista ha sido uno de los grandes responsables del germen canario. Terminó de poner la chincheta en el mapa de Canarias en 2018 con su aclamado Maracucho Bueno Muere Chiquito, donde ya despuntaba con el storytelling que le caracteriza y en cuya intro ya distinguíamos evidentes influencias religiosas. En 2020, con la mixtape Moonlight 922’ exhibió el mundo onírico de las islas, con la luna como alusivo principal de las noches en el archipiélago, escenario catártico para el cantante. Finalmente, se produce el hiato de largas referencias con trabajos más compactos como Visión Túnel (2020) y cáncer capricornio virgo (2021) –y demás temas sueltos como ‘Lila & Snitch y ‘Deporvidas, o su participación en el bop ‘Cayó La Noche (Remix)–, que, aunque concisos, anunciaban el despliegue que supondría el momento en que Cruz Cafuné firmara su segundo álbum de estudio.

Ahora llega el álbum en el que nos confesaba tener depositadas todas sus esperanzas en su última entrevista para Fleek, hace unos meses: “tengo fe en el álbum nuevo […] Quiero que cuando salga esto sea un antes y un después en mi catálogo, creo que va a permitirme hacer cosas grandes, cosas con las que sueño y por no tener determinado poder no he podido llegar a hacer aún. No hablo solo del músculo económico, sino cosas intangibles como la legitimación o la influencia”. No obstante, como en cualquier proceso artístico, el LP que a priori tuviera Cruz Cafuné en la cabeza definitivamente ha sufrido cambios, nos cuenta ahora. Es otro disco. Se descartaron no sé cuántas demos. El Google Drive está lleno de demos que no van a salir nunca, porque, no sé si ustedes lo notan, pero en estos géneros, si una canción tiene un año se nota mucho. Lo puedes actualizar un poco: la produ, cambiar alguna frase que tal, pero se nota que es algo que ya tiene tiempo, entonces se descartó muchísima música desde que se empezó a hacer hasta ahora.”

Otro de los factores esenciales, tanto desde el punto de vista del que hace música como del que la consume, es el orden de los títulos. La secuenciación de las propias canciones puede convertirse en el mecanismo idóneo para distinguir qué canciones necesita el proyecto: “El tiempo ha sido uno [de los factores que cambiaron el disco], también el tracklist del álbum. Hay una que se descartó que estaba ya terminada, estaba el máster y todo, pero se descartó porque es como ‘mola, pero es prescindible. La podemos tirar ahí en medio y tal, pero la podemos quitar y no pasa nada’. Por eso, para el passing Lex y yo cogimos posits y escribimos en cada uno el título de cada canción y los pusimos en la pared y empezamos a montar el tracklist y a ir ordenándolo: ‘vale, tenemos claro que esta canción va a ser la intro, tenemos claro que esta canción va a ir a la mitad del disco y tenemos claro que esta va a ser la última. Vale, pues a partir de aquí vamos a empezar a ir montando, como que a primera escucha esté divertido, tenga momentos de más tensión, que afloje, que suba la intensidad…’».

También es cierto que, aunque se cumplan ya los tres años del estallido de la pandemia, no se termina de desdibujar esa estela de proyectos que se han visto condicionados en mayor o menor medida por ella. El caso de Cruzzi es claro: necesitaba que el disco fuera acompañado de una gira en condiciones y que por aquel entonces las restricciones no permitían. Para el artista llega a ser tan esencial en el proceso como las horas en el estudio: “Es que los directos tienen una cosa…. Cuando estás en el escenario es brutal, como toda la energía que recibes. Conectas con la gente, les miras a las caras, ves cómo se lo están disfrutando y es la polla. Pero crear, o sea, estar en el estudio, tiene algo, no sé el qué, que me encanta. Ese sentimiento, cuando terminas la canción o ya está avanzada, que dices ‘esto está guapísimo’ y te vas a casa a las siete de la mañana escuchando la demo, el bounce, así diciendo: ‘esto va a ser la polla’. Ese sentimiento está muy guapo”.

EN EL OLIMPO CANARIO

A los que siguen a Cruzzi desde hace tiempo no solo les conmueve la conexión que sienten con este proyecto, sino el hito que ha supuesto en la carrera del canario. Si hacemos memoria, para encontrar a Cruz Cafuné en lo alto del chart debíamos irnos a temas como Contando lunares’, macrohit del verano de 2019 junto con Don Patricio, que, rompiendo una lanza a su favor, colocaban al rapero cada vez más en el punto de mira de aquellos que aún no conocían el quid de su catálogo. Ahora, con la publicación de ‘Me Muevo Con Dios’ nos encontramos con que el disco de aquel Cruz Cafuné debutó n.º 2 global (solo por detrás de Lil Durk) y se ha convertido en el cuarto mejor debut de un disco español de toda la historia de Spotify.

Si echamos la vista a los proyectos que le acompañan en el podio (‘DONDE QUIERO ESTAR’, de Quevedo, ‘MOTOMAMI’ de Rosalía y ‘El Madrileño’ de C. Tangana) apreciaremos que son álbumes publicados de aquí a dos años atrás a lo sumo por artistas que –excepto por el estelar ascenso de Quevedo– ahora copan el mainstream, pero que en sus inicios lo contemplaban desde la lejanía. El ascenso de estos artistas quizás ha ido acompañado de cierto replanteamiento del concepto de mainstream, antaño ligado a connotaciones algo casposas y puristas, desdeñadas ahora en gran parte gracias al acceso y acercamiento a estilos de música y prototipos de artista heterogéneos que han propiciado herramientas como la música en streaming. “¿Qué es ‘mainstream’ y qué es ‘undergorund’, no? ¿Qué es? ¿Los números? No es una vara de medir. Claro, ¿mainstream en el sentido de que llegue a más gente, de que sea más generalista? Sí, puede ser, pero la peña escucha ya de todo, ¿no? (Hace referencia a los presentes en la entrevista, de edades similares) ¿Te acuerdas que antes eran los heavies, los raperos, los tal, los cual…? Ahora no hay tribus urbanas, ahora todo el mundo escucha de todo. Entonces, ¿qué es el mainstream? ¿qué no es el mainstream? Por el tipo de propuesta no es, y por los números tampoco creo que sea justo, porque hay propuestas buenísimas que yo considero que son mainstream, pero que están como un poco más tapadas a lo mejor, ¿sabes? […] En España sí puede ser que hubo una época en que todos se parecían mucho, pero en lo internacional no, porque, ¿qué tiene o tenía que ver Madonna con cualquier otra propuesta? ¿Sabes lo que te digo? Entonces, ¿ha cambiado? Sí, puede ser. Es un palique como de 10 minutos y tampoco me voy a meter ahí, pero sí, como tú lo planteas sí ha cambiado”.

DE LAS OCHO PA' LAS OCHO,
¿QUÉ FUE LO QUE NO ENTENDIERON?

Y a propósito de estos aclamados debuts, no necesitamos bajar del top 4 para encontrar a dos canarios. Hemos aprovechado para comentar con el rapero el meme que se ha generado en redes sociales alrededor del tema INTRO – SPEECH CRUZZI, pues algunos fans del rapero llegaron a bromear diciendo que era un preludio de su disco. Cruzzi, siempre en defensa del come-up de la música canaria, es tajante: Yo estaba hablando del de Quevedo, obviamente. Tampoco le presto mucha atención a los memes, porque es peña opinando, pasándolo bien, tampoco le doy más importancia. […] Sería un poco irrespetuoso. No me mola, porque ahora la peña escucha música y le pone nota a las canciones, y es algo que me deja flipando. Entiendo debates de ‘este es mejor que el otro’, porque siempre ha habido y siempre habrá, pero la necesidad esa de coger y decir ‘en la intro del disco de Quevedo estaba hablando de él mismo’ es arco de supervillano un poco; me hace gracia por eso, pero no le doy importancia”.

Exista debate o no, como bien dijo en su día Dellafuente, todo lo que es relevante ya se dice en las canciones, y el canario lo deja bien claro tanto en ‘Sangre y Fe’ (“No quiero estar en la cima solo”), mano a mano con Quevedo, como en su emotiva despedida en el track homónimo del álbum: Los debates de quién es mejor, si yo o Quevedo los declaro muertos, gana el movimiento”.

Durante meses el concepto del álbum ha ido contruyéndose en nuestra cabeza con todo un entramado visual que terminó de eclosionar el 26 de mayo. Tanto en los videoclips de los sencillos previos a la publicación del álbum como en los visualizers que acompañaron su salida se respira un salto cualitativo en el catálogo –ahora también en la estética y lo visual–: con referencias al cine (‘Casino’, de Scorsese, también presente en el ‘After Hours’, de The Weeknd, o paisajes distópicos a lo ‘Blade Runner’), incluso ambientaciones que bien podrían recordar a escenarios postapocalípticos, todo ello resultado de un proceso creativo sin precedentes en su carrera, de la mano de Studio Bruma y Topo Colectivo. Studio Bruma está en Madrid, pero es una agencia de Canarias, y ellos hacen la dirección creativa un poco de todo: de las fotos, del arte, del vídeo, etc. Del departamento de vídeo se ha encargado en el álbum Topo Colectivo, entonces entre MÉCÈN, Topo y Bruma ha habido una conversación sobre cómo afrontar la parte de vídeo. Luego, entran más personas, como en el estilismo, que lo ha hecho Isma (Ismael Silva). Se ha encargado del estilismo de vídeos, fotos, apariciones… Siempre teniendo en cuenta las referencias que nos gustan, los directores que nos gustan: Gibson Hazard, Valentin Petit [DEP], y un poco tirar por ahí, trabajarlo y hacerlo lo mejor posible”.

CANARIAS, DE PARAÍSO A (TAMBIÉN) FOCO CULTURAL

Hace ya mucho tiempo que está feo eso de decir que la escena canaria viene fuerte; su conquista es más que evidente. Pero sí es cierto que la imagen y –especialmente– la consideración de Canarias, su cosmovisión en el escaparate social en general y la música en particular, está sufriendo un cambio exponencial. Las islas siempre han sido muy exotizadas, lo que conllevaba que existiera una tendencia generalizada a que la gente de fuera las apreciara desde una perspectiva muy superficial y las condenara permanentemente al ámbito turístico; ahora Canarias se percibe más que nunca como un referente en tendencia musical (artistas como Cruzzi, Quevedo, Ptazeta, todo el movimiento del 922 928), o incluso también literaria, con obras tan autóctonas y exitosas como ‘Panza de Burro’ de Andrea Abreu.

Canarias se siente más que nunca como foco cultural, pero para el rapero solo es el comienzo de algo: “Queda mucho trabajo por hacer. Mola que, en la cultura, creativos jóvenes nos juntemos. Por ejemplo, ‘Panza de burro’. Recuerdo hablar con Andrea, la autora, comentar la idea del tiburón, que ella me diera feedback, con todos los productores, músicos, artistas… y hacer mucha piña, todos nos llevamos muy bien. […] Y tampoco es forzado, sino que nos sale de manera natural el reivindicar ciertas cosas. Pero todavía falta mucho camino. No sé, en la política, por ejemplo, ahora hay alternativas que sí que abogan y defienden más los intereses que tenemos los canarios en campos como, yo qué sé, la sostenibilidad ecológica, inmigración, género… pero todavía queda mucho».

"ME MUEVO CON DIOS, DIOS SE MUEVE CONMIGO"

Es bien sabido que tanto Cruzzi como sus compañeros de colectivo sienten predilección por hacer música y componer en grupo, incluso hacer camps o reuniones para trabajar en ella. No obstante, ‘Me Muevo Con Dios’, a pesar de sus extensas colaboraciones (Miky Woodz, Boj, Chita, Kris Floyd, LaBlackie, Leïti, Hoke, Quevedo, Westside Gunn y La Pantera, y en la producción Lex Luthorz, Choclock, Blackthoven, Blurred Mirror, Dawaira, El Secreto Produce, Escandaloso Xpósito, Gese Da O, Govea La Firma, Itchy & Buco Sounds, Izak BDP, entre otros), desde luego no es un álbum en el que despunte tanto el cowriting:

“Ha sido así porque sí. Un poco también por los tiempos que hemos tenido, porque hay muchas canciones que se terminaron hace poco y éramos Lex y yo en el estudio, entonces hay muchas que he escrito yo solo. Es el trabajo en el que más canciones he escrito solo. Pero sí, a mí lo que me gusta es estar en el estudio compartiendo con peña a la que también le gusta la música y peña con la que aprender, y creo que el resultado final es mejor. Es curioso porque en otros géneros, en el rock, por ejemplo, es normal escribir la letra entre varias personas, pero luego el guitarrista se enfada si alguien dice que su solo de guitarra lo hizo con más gente, entonces como que me hace gracia que en el rap, el ‘hiphop’, el ‘urbano’, como quieras decirle, sea como noticia que ‘en esta canción hay cinco productores y tres letristas’. A mí lo que más me gusta de la música es eso: compartir con gente, viajar y comer, y visitar otros lugares, conocer música nueva. Para mí son solo ventajas. […] Además, rapear no es hacer canciones, seguro que conoces a un montón de gente que rapea increíble, pero la canción no funciona. Es que son dos cosas distintas. Escribir canciones es un puto mundo. Si vienes de rapear ayuda, pero escribir canciones es otro rollo”.

Y es que escribir una canción es un mundo, pero, a su vez, cada canción también es un mundo diferente. Así nos cuenta en el propio estudio de MÉCÈN cómo nacieron algunos de los cortes del álbum: “Con ‘Cangrinaje’ me lo pasé muy bien haciéndola, ‘Movezz en silencio’ me reí mucho haciéndola, porque estuvimos como una madrugada entera el Choco [Choclock] aquí vacilando. ‘Boondocks’ [‘s3_e07_theboondocks_dvdrip.mpeg’] fue guapa de hacer también, fue divertida. Y, hombre, ‘Fabiola’ no fue divertida, pero sí que fue ‘un parto’, sí que fueron dos noches aquí muy… uf (se ríe). Costó salir un poco”.

Hablamos de un conjunto de canciones con una carga significativo y conceptual más densa de lo que a primera escucha podemos apreciar. Ya se advierte incluso en el arte del tracklist que el proyecto abarca diferentes códigos, metáforas y simbolismos; pero más allá de lo conceptual, tampoco se queda corto en la técnica, con un profundo inventario de samples e interpolaciones, entre los que fácilmente reconoceremos el ‘Baby Boy’, de Beyoncé junto a Sean Paul, o ‘My Heart Belongs to U’, de Jodeci.  En todo este cosmos de referencias muy acertadas, y tan concretas como comprensibles para el público, Cruzzi imprime su estilo propio en el rap y en el R&B como nunca, pero también sobre el jersey, el trap o el reggatón. Y es que este último ha calado hondo en los códigos del rapero; no solo por su interpretación de ‘Yo no soy tu marido’, sino incluso por anteriores alusiones, como con ‘Dale Don Dale’, en ‘Majalulo’, temas como ‘G WAGON’, o incluso menciones a ‘Safaera’.  “En mí claro que ha tenido influencia, pero sobre todo ha tenido influencia en las islas, por lo menos cuando yo crecí lo que más se escuchaba era eso. En los ‘dosmiles’ era reggaetón a fuego, entonces ha influenciado mucho. Quizás no el cómo escribo, pero si el cómo afronto según que decisiones a la hora de hacer música”.

El álbum reluce por el equilibrio de todos estos elementos; recordemos que Cruzzi domina el punchline como pocos en español, y también destaca precisamente por amoldar expresiones inglesas al rap español. Lo de los calcos en inglés me hace mucha gracia. Lo hacen mucho los dominicanos que viven en Nueva York, y me parece gracioso. O sea, lo de ‘frenar’, ‘frenarle un sitio’ es de dominicanos que viven en Nueva York y que, como son bilingües, lo traducen literalmente. Este tipo de calcos me hacen gracia. Me imagino que un traductor se llevaría las manos a la cabeza, pero a mí me flipa”.

En cortes como ‘TURBO // Epifanía’ o ‘Practice’ asistimos a juegos con el cambio de beat; el primero sirve para cambiar a un tono más celestial donde el rapero hace balance del camino hasta aquí (“Si muero y en vez de cielo solo hay negro, estoy contento, me la vacilé, canté, viajé y amé, y aunque la cagara si diera marcha atrás en el tiempo, bro, lo haría otra vez”); el segundo sirve de pista a Hoke para romper el tema tras escuchar la rueda de prensa de Allen Iverson en 2001, donde dos de las voces más carismáticas de esta ola del rap español nos recuerdan que esfuerzo y talento van de la mano. Junto a Miky Woodz, ‘Dios #1’, el primer inédito, adelanta por dónde va a ir el disco, con Dios tan protagonista como si de un corte del ‘Yeezus’ de Kanye de tratara, y donde tampoco huye de la ostentación intrínseca de este género (“Ahora vuelo en el 1A, pero con el hambre de cuando volaba en el 32B”).

Llaman la atención títulos que se salen de lo tradicional, como ‘FAXXXxxx’ (por su pronunciación, nos explica) –que te deja pensando cuál es el tema que al que hacer skip en la carrera del canario–, ‘Close friends o, especialmente, ‘s3_e07_theboondocks_dvdrip.mpeg’, rebautizado como ‘Boondocks’: La de ‘Boondocks’ [serie satírica de animación] es por un episodio en el que Riley, que es uno de los protagonistas de la serie, y que es un risas, tiene que vender chocolate, galletas o algo así, y se tiene que reunir con un británico; esa escena es la polla. Entonces, están discutiendo y de repente Riley lo está escuchando y dice: ‘entonces pensé para mí mismo, ¿qué pasaría si esto fuera una película?’, y entonces le empieza a soltar al británico una rosteada muy graciosa, y empieza a decirle que te foll*n a ti, que le foll*n a tu peluquín, que le foll*n al avión en el que viniste, que le foll*n a la reina’… Y al final dice algo como ‘soy estadounidense, mi presidente es negro y mi Lamborghini es azul’, que es de una canción de Young Yeezy, y dice: ‘si te veo en la calle te voy a soltar un tortazo’. Entonces, reviendo The Boondocks me hizo gracia y dije, ¿y si hago una canción soltando un montón de burradas un poco como el ranteo este de Riley?”.

El álbum luce por sus samples en temas como ‘BABI BOI’, con la argentina CHITA, donde el amor alcanza un espacio mucho más tierno y salimos del rap más convencional (“Jurado por mi vida, soy tu [baby boy], y estás todo el día, cielo [on my mind], te juro que te pienso, cielo [all the time]”); o ‘Cangrinaje’, donde más que interpolar el tema lo hace propio, y se atreve con registros más agudos, jugueteando con las palabras con tal hasta el punto de que sientas que le sale con –demasiada– facilidad (“No es alemana pero en los vasos quiere ver lean”).

También es que Cruzzi no es solo un rapero, es muchos raperos a la vez, y en ‘4 PREZ’ puede vacilar al estilo jersey club si le apetece; porque sabe y porque puede. “Nosotros empezamos a sacar música como BNMP desde 2016, pero los integrantes nos reuníamos como desde 2014 para hacer música, y ellos estaban a tope en SoundCloud, eran unas ratas de SoundCloud. Y entonces, 2013 o 2014 era la época en la que el colectivo Soulection solo sacaba ahí jersey, pero el jersey como el de baile, que entre bombo y bombo había silencio y en toda la instrumentación sonaban los bombos; y la época de Trippy Turtle y de toda esta gente. No sé si Cashmere Cat también hacía jersey en ese momento también. Pero entonces fue como que a mí nunca me moló. Estaba guapo, pero yo estaba en otra movida. Y de hecho, ellos [BNMP] creían en aquella época que el jersey iba a ser lo siguiente en pegarse, que eso iba a ser gigante. Nosotros en 2014 pensábamos que al trap le quedaba un año y que el jersey se iba a pegar, y ahora como que nos hizo gracia el verano pasado con Ice Spice y con el álbum de Drake, porque fue como “una polla, ¿se va a pegar el jersey?”. Dijmos: ‘¿hacemos uno?’ Y fue como: ‘venga, vale’. Por vacilar. Por lo que te digo antes: estar todos en el estudio, hablar de música, reírnos, decir: ‘¿qué hacemos?, ¿hacemos esto?'».

Después, hay temas que te dan ganas de hacer el ‘Griddy’, te recuerdan por qué amas el rap y te hacen preguntarte cómo podías vivir antes de reventar el bajo del coche con ‘Ja Morant’. Aquí Cruzzi sigue hila su narrativa desde canciones anteriores (“Les traigo el humo y eso que me reía de los hookeros”), incluso con conexiones dentro del mismo disco: “Dios, por favor, protégeme de to’ lo que deseo” conecta con el verso de ‘Me Muevo Con Dios’: “A veces Dios castiga dándote lo que deseas”.

En cortes como ‘Folelé’, donde se sigue haciendo gala de su capacidad para calcar versos en inglés (“Bota lo que te heredó tu mai”), ni el amor ni Dios dejan de estar presentes –e incluso vinculados– (“La pienso en las canciones, está en mis oraciones”). Aquí, además, se incluye una intervención del catedrático Humberto Hernández Hernández acerca del concepto de “folelé”, que facilita la digestión del mensaje. “Es para que en primera escucha conectes un poco más con la canción. Como a veces, que uso expresiones o palabras que son de rap estadounidense o de acento o habla de las islas para que a primera se pueda comprender o no sea tan denso. Y luego, en el caso de ‘Folelé’ yo pensé que significaba libélula en toda Canaria, y después de hacer la canción me enteré de que era solo en Tenerife, entonces fue como, vale, entonces hay que ponerlo”.

Por supuesto, eso no significa que no le guste que la gente analice y reinterprete su música: A mí me gusta que se cree comunidad, que la gente comparta, que la peña tenga un punto de encuentro donde compartir cosas del artista que les gusta, porque yo lo hacía en los foros de KanyeToThe [KTT] de adolescente y como que me mola. A veces hay peña que se tira triplazos que no son, hay peña que se cree que lo tengo todo supercontrolado, y me hace gracia, está guapo. Pero si genera un debate, una conversación, mola, porque un álbum, una peli, un libro no es como solo para consumirlo y ya está, yo creo”.

Ascendemos hasta el trono compartido en la esperadísima colaboración entre Quevedo y Cruzzi. ‘Sangre y Fe’ presenta a Canarias como “la nueva masía”. Dos artistas que perfectamente un día pudieron ser esos pibes escuchando hits en su 208 y a los que ahora las islas se les han quedado pequeñas.

Mantienen el nivel colaboraciones como ‘LUISAViAROMA’, con LaBlackie, a quien el canario conoció a través de Flavio Rodríguez, y cuyo delivering no nos ha dejado indiferentes (“Soy rapera, mamá, no son fases (no), soy leyenda, mamá, no son frases”); o, como ya camufla en ‘Ja Morant’ (“Tengo en el estudio a Nacho configurando un G Wagon), su colaboración con La Pantera encaja como un reggaetón muy disfrutable en el que encontramos guiños como ese sound sacado de Drake en referencias como Used To.

Si algo nos dejó boquiabiertos en la espera del álbum fue comprobar lo que había escrito después de ‘Corintios 13:12’ en el tracklist. Westside Gunn estaría en el álbum de Cruz Cafuné. Así nos detalla cómo se produjo el junte con el de Griselda: “La verdad es que el pibe creo que se lo curró que te cagas. Estábamos en conversaciones con el management y dijeron, venga, sí, vamos a hacerlo. En dos días Lex cortó un montón de samples y elegí uno. Yo pensaba: ‘joder, se me va a montar en un tema este tío, mi verso tiene que ser la polla’. Entonces yo escribí y grabé como tres minutos, una burrada así, y Lex cogió lo que a él le gustaba más. Yo me fui de aquí [estudio de Mécèn] como a las 8 de la mañana, le dejé todo esto grabado y le dije: ‘mira, haz lo que te dé la gana’. Cogió lo que más le gustaba, terminó la produ, yo me desperté por la tarde, traduje la letra al inglés y se lo mandamos. Y como al pibe le gustó, let’s go. La verdad es que yo sí que tenía un poco de pensar en qué iba a mandar, porque nos advirtió el manager antes de nosotros hacer todo esto de que solo hacía dos o tres colaboraciones al año, de que le tenía que gustar, porque si no no lo hace. Y yo lo respeto un montón, porque significa que le importa su catálogo, su legado, todo lo que saca».

Y lo cierto es que verdaderamente se nota la labor de Lex Luthorz, con samples del catálogo de A$AP Rocky, Kanye o Snoop Dogg. Por otro lado, si ya de por sí una colaboración así puede sorprender, que se haya podido mantener en secreto es igual de insólito:No se lo dijimos a nadie. En Mécèn sí lo sabían, claro. Y yo a mis amigos les dije: “tenemos una colaboración con un gringo que no sé si va a salir. Pónganme un vela”. Y ya cuando conseguimos las voces les dije: “señores, es este tío”. Pero, claro, no se lo dijeron a nadie. Vino La Blackie a hacer el tema y sí se lo dijimos y ya está, realmente no lo sabía nadie más.”

Antes de llegar al desenlace, nos despedimos con tracks como ‘Retro 11s’ donde destacan las referencias a Pitbull y Future, pero también la dosis de realidad y autoconsciencia que practica Cruz Cafuné: “¿sabes que la peña que curra aquí me escucha, verdad? ¿sabes que la gente que compra aquí me escucha, verdad? ¿sabes que se te oye desde la puerta, verdad?”; o ‘Movezz en silencio’, donde los ecos de Drake se hacen más evidentes –aunque sea tarea compleja acotar dónde no llega la influencia de Drake en la música actual–.

Capitaneando la recta final del álbum, ‘Fabiola’ pone palabras a los sentimientos más agridulces de un Cruz Cafuné que alimenta su música de la realidad que ha experimentado, y que muchas veces conlleva cierta sobreexposición. Sin duda, hay canciones que pueden llegar a convertirse en una necesidad, en algo que necesitamos sacar de dentro. Yo escribo un poco lo que me gustaría escuchar, lo que necesito decir. Ahora, no sé si es por la edad, pero sí que intento no ser tan explícito con nombres, fechas, lugares o cosas así, porque cuando empecé a hacer música no pensé nunca que iba a llegar a tanta gente, ni que tanta gente iba a conectar así de esta manera con la música ni que se lo fueran a tomar tan a pecho, entonces, claro, hay peña que sabe cómo se llama mi abuela, o sabe quién es mi expareja. Entonces es un nivel de exposición… Tengo amigos a los que he nombrado en canciones que les da igual, hay otros a los que les gusta y hay otros que me han dicho (hace gesto de frenar). Entonces me dice: oye, buen rollo, porque yo te di permiso para sacar esta canción y me nombraras, pero yo no pensé que esto iba a ser así. Entonces como que intentó rebajar un poco, pero con el resto hago un poco lo que me da la gana”.

El hilo narrativo de su come-up termina de tejerse en ‘Me Muevo Con Dios’. Una canción visceral, donde no termina de desaparecer bragadoccio que resonaba en el resto del álbum. Aun así, a los que disfrutaron de ‘Maracucho Bueno / Muere Chiquito’ les invadirá la nostalgia al escuchar al artista incluyendo audios, esta vez de su madre, que cierra el álbum con la génesis del mismo: el tiburón, y de ahí la razón principal de incluirlo: “Durante todo el álbum no se explica lo del tiburón. Yo porque tengo la boca muy grande y hablo de más en las entrevistas, pero si no, a primera escucha no se entiende, entonces fue como para cerrar”. Entre las referencias de una canción que ya por sí sola merecería un artículo, unos versos llaman la atención: “Obviamente Yuki no es el mismo desde que falleció Kike, […] dudo mucho que Dios le necesitara más que él, una razón más a la lista para cuestionar mi fe. Estas declaraciones en un álbum así no son desde luego intrascendentes; Cruz Cafuné explora las formas de vivir su espiritualidad, se cuestiona, e incluso se atreve a mostrar sus momentos de contradicción:

“Vivo mi espiritualidad a través de símbolos cristianos porque yo me crié en una casa cristiana, pero yo no creo en el lío judeocristiano de un tipo con barba en el cielo, que la vida es una prueba para que cuando te mueras tengas una eternidad de gozar o una eternidad de pasarlo mal porque resulta que con veintiún aós mentiste. Es un poco injusto. De hecho, ese dios no es amor ni es misericordioso, es peor que el diablo. Entonces, el dios en el que yo creo es más cercano al dios del que hablaba Jesucristo, que no deja de ser un agitador político, porque en esos momentos la religión y la ley iban de la mano, un poco como los países con religión islámica. En esos momentos la ley se articulaba a través de mandatos divinos, entonces él era un tipo muy disruptor que decía: vamos a crear una comunidad, una red de ayuda entre todos nosotros donde puedan participar la mujeres, los niños, las prostitutas, los asesinos, los ladrones. Y él cuando habla de dios en hebreo no dice Yahvé, dice Elohim’, que significa algo así como “todos nosotros”. Entonces, él lo que propone es que hay una cosa que articula todo, que es el amor, y es lindo, es bonito, es mucho más agradable que “el viejo con barba”. Y no deja de ser una fe, porque el amor… ¿qué es el amor? No hay una máquina que mida el amor en newtons. No hay una unidad de medida para el amor, entonces es una fe como cualquier otra, y yo lo vivo a través de esto (señala su cadena con la cruz). Para mí la espiritualidad sí es una parte importante de mi vida porque me ayuda a muchas cosas: a conectar con una parte de mí con la que no podría conectar de otra manera, en momentos de alegría para estar agradecido, en momentos chungos para buscar un apoyo en algún sitio”.

Este álbum es el testimonio fehaciente de que en la música –y en la vida– estamos en constante movimiento en el sentido más amplio de la palabra. Cruz Cafuné es un rapero que puede frontear, ostentar o jactarse como nadie, pero también hablar de lo mal que quiso a alguien, de las decisiones que quitan el sueño o de lo que hay que sacrificar en algunos momentos. Tuvo razón en ‘ISSEY MIYAKE’ hablando de “lo más real que había escrito”; cuando escuchas este álbum puedes sentirte dentro del clip de ‘4 PREZ’ o dislocarte el cuello asintiendo en los versos de ‘Cangrinaje’ o ‘Practice’, pero también preguntarte por qué hay que tomar decisiones que duelen, por qué el camino puede complicarse cuando estabas en el mejor momento, o por qué la vida puede protegerte con tus deseos o castigarte con ellos –incluso aunque no lo hayas experimentado en primera persona; la escena se dibuja en tu mente–. Cruz Cafuné se ha instalado en el pináculo del rap, y ya no necesita luchar por lo que es para él.

Aquel Cruzzi de ‘Maracucho Bueno Muere Chiquito’ solo pedía que Dios le guiara, pero ahora camina con él.

Texto: Alejandro Alemañ
Fotografías: @topocolectivo