‘‘En el amor como agua de mar te has desatado:

mido apenas los ojos más extensos del cielo

y me inclino a tu boca para besar la tierra’’.

– Pablo Neruda

De un tiempo a esta parte, vienen siendo cada vez más frecuentes las reivindicaciones por parte del público –no solo femenino– para que los medios den cumplida cuenta del gran trabajo de artistas femeninas en la escena del rap en español. Lo cierto es que la constante proliferación de nuevos talentos es cada vez más una tónica tan frecuente como celebrable y, entre estos nuevos y variados talentos, es destacable por su originalidad y frescura la aparición de artistas como Julieta Cavalaro, Gata Cattana o Supersónika, entre otras. Esta última, la cual empezó hace ya mucho a llamar justificadamente la atención, sacaba a principios de año su segundo trabajo: ‘‘Fugaz’’.

Se podría definir ‘‘Fugaz’’ como un trabajo orgánico, tanto en su temática como en un apartado musical y técnico magníficamente trabajado por Rubio Druida, quien deja también su sello con una estrofa que denota una grandísima sintonía con lo expresado a lo largo del álbum por Supersónika. Durante todo el trabajo podemos saborear una reflexión humilde y desenfadada sobre la propia existencia, en la que no duda en afirmarse como única artífice de su presente y futuro sin temor alguno. Entre cuidadas letras y una armonía que denota que sabe mucho más que rapear, Mónica se confiesa humana y, por tanto fugaz, pero no por ello insignificante. De hecho, todo lo contrario. ‘‘Fugaz’’ es un canto a la vida de grandísima magnitud, que contagia vitalidad y gratitud ante la existencia, sin densidad, con la ligereza que concede el saberse humano e imperfecto como premisa indispensable para la libertad. Y, con ella, para la plenitud.

No hay en ‘‘Fugaz’’ una reflexión explícita sobre la condición femenina, sino una voz cuya naturaleza se revela espontáneamente, sin complejo alguno, afirmándose a sí misma con grandísimo acierto y sabiduría pero, sobre todo, con grandísima humanidad y un sublime sentido de la belleza. Probablemente, estas sean las cualidades que más destacan este trabajo, y a la vez las que más definen –al menos– gran parte de la esencia de Supersónika.

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Es también destacable en su dinámica la presencia masculina, respecto a la cual se produce un reconocimiento constante. Una invitación no solamente a la vida, sino también al amor como catalizador de esa existencia libre y entregada a partes iguales que propone en todo momento, nacida de la riqueza que supone la diferencia cuando es capaz de ser apreciada, cuando no niega al otro, sino que lo acoge y alimenta. Este planteamiento, que subyace integralmente en ‘‘Fugaz’’ me parece una rareza que no debe dejar de señalarse como algo realmente fuera de la norma, haciendo del trabajo un exponente de grandísima riqueza en contenido. De hecho, me aventuraría a decir –perdón por el atrevimiento– que esos valores son algo que muchas mujeres y tan solo unos pocos hombres han sabido aportar sabiamente a la historia y al arte.

Es por ello que parece digno de subrayar –al menos en la humilde opinión del que escribe– la invitación al amor que levita constante y suavemente en ‘‘Fugaz’’, pues sugiere un encuentro a nivel humano, individual, que trasciende en toda medida géneros y condiciones, y que se afirma como medida universal de la vida, sin límites, en comunión con la naturaleza y el mundo. Todo ello nos hace concluir que Supersónika se trata, sin duda, de una de las creadoras con mayor personalidad que este género ha dado en el país. Y ojalá muchos más como ella.