“La corriente” ya es una realidad. El viaje comenzó hace dos meses tiñendo de púrpura nuestros auriculares, avanzó un mes después transformándolos en añil y culminó hace unos días reconstruyéndolos con jade. Vaho puso la piedra que faltaba en el camino y mostró al público su último trabajo. “La corriente”, tres canciones llenas de sensaciones, donde el amor y el odio relucen por encima de todas las cosas, donde uno se convierte en el protagonista de la más triste de las historias. Pienso en Vaho e imagino al amor, pero, en este caso, brillan las ojeras, la tristeza y los discutimos más de lo que hablamos.

“Nexo” sorprendió, eso nadie puede negarlo. El anterior trabajo de los chicos de Vaho fue de aquellos que gustosamente se repetían en el reproductor durante el pasado año. Me sirvió para descubrir a Ainhoa, Vila, Juanjo, Gonzalo y todos los miembros que consiguen la exclusiva musicalidad que caracteriza a este joven grupo. Pero no surgió ahí el flechazo y si en su participación en uno de nuestros proyectos más ambiciosos, curiosamente, con unas letras que darían forma a “La corriente añil”. Fue como empezar por el final, para después degustar tanto el principio como el camino por recorrer.

Hay que aplaudir a aquellos que cuidan los detalles. Esos que prefieren mimar cada ápice de sus pensamientos para plasmarlos con la mayor exactitud posible. Antes de sumergirnos en el verdadero viaje que proporciona “La corriente”, hay que destacar los diseños que cubren al último trabajo de Vaho. Dan Barreri, con las fotos de Iñaki Merino, logra mostrar la armonía que aporta el grupo a su público. Consiguen que un par de imágenes se adhieran al trabajo y formen parte de él, porque “La corriente” no deja de ser una larga carretera, que cuesta atravesarla del todo, pero hay que cruzarla para avanzar.

La temida libertad

Puede que para comprender las letras de “La corriente” hayas tenido que conocer el amor. De una forma u otra, el amor trae consigo el desamor. Uno tiene que aprender a querer para saber odiar, uno tiene que haber sido feliz para conocer la infelicidad, uno tiene que haber conocido la soledad para odiar la libertad. El último trabajo de Vaho es una ruptura representada en tres actos, donde cada miembro del grupo reflexiona y muestra sus experiencias con el objetivo de lanzar un mensaje claro y conciso. Ser feliz es precioso, pero estar triste es una losa.

El primer punto a favor de Vaho es la capacidad que han tenido para mostrar a los oyentes exactamente lo que tenían en su cabeza. Acabé “La corriente” y mis impresiones eran calcadas a la descripción del disco que Ainhoa publicaba en una de sus redes sociales. La complejidad de expresar sentimientos no ha sido un problema para ellos. “La corriente” puede ser breve, pero no había escuchado tres canciones tan claras y desoladoras en mucho tiempo.

Pero todo lo malo acaba. El viaje empieza y transcurre con dolor. Finalmente, demuestra que nada está por encima de la capacidad de uno mismo para superar los problemas. Puedes venir cuando quieras porque ya no dueles, pues al final reina la calma para cicatrizar las heridas. Ya no hay dolor porque no merece la pena sufrir por alguien que no te merece. Debes volver a empezar, buscarte, encontrarte, volver a perderte y, de nuevo, trazar otra curva, salir del perímetro y encontrar tu centro. El viaje acaba con una sonrisa, con la demostración de que se puede  salir del agujero y afrontar un futuro lleno de ilusión. Vaho, sin lugar a dudas, es amor.